Hoy nos convoca a todos los argentinos, el recuerdo de la guerra de Malvinas. Guerra que quedó grabada en nuestras mentes y en nuestros corazones por el tremendo dolor que nos causó el estéril sacrificio de jóvenes soldados. Chicos, que desconociendo la realidad en la que se hallaban inmersos, fueron enviados a combate en condiciones infrahumanas, sin ropas ni armamentos adecuados, escasamente alimentados y con una incipiente y precaria prelación militar.
Aventura que se transformó en tragedia ante: el hundimiento del General Belgrano con su enorme saldo de tumbas en el mar, la pelea desigual en sitios inhóspitos, la muerte de muchos y la frustración de los que quedaron, centenares de muchachos que recibieron como premio el desamparo y el silencio, para pasar luego a una rutinaria indiferencia.
Han transcurrido 28 años, el paso del tiempo hoy hace que esa sucesión dinámica de acontecimientos bélicos y diplomáticos que conformaron la guerra de Malvinas, pueda ser observada como un gran cuadro histórico que muestra a sus personajes interactuando en los hechos de manera conjunta, lo que nos permite la reflexión, el discernimiento y el juicio.
¿Podemos certificar que con la guerra de Malvinas aprendimos a valorar la democracia? Reconocemos ahora que aunque tenga sus errores, la democracia es la única forma de gobierno que puede guiar y contener política y socialmente a los pueblos, porque en ella se fortalece la libertad que afianza y proclama el sentido de justicia.
Que estos hechos que estremecieron y marcaron la vida argentina nos impulsen a valorar la acción de nuestros veteranos de guerra… y por sobre todo a ver y comprender lo que tenemos, para que la diversidad de ideas, situaciones y oportunidades puedan convivir y desarrollarse en paz, dentro del marco comunitario.
Por la soberanía argentina
"Ni de aquellos horizontes
nuestra enseña han de arrancar,
pues su blanco está en los montes
y en su azul se tiñe el mar"...
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