Difundimos breve y clara lectura interpretativa, perteneciente a Erico Westergaard, acerca de la industria turística y su esquema productivo enmarcado en una fiosofía económica determinada, a raíz de los hechos últimos en Bariloche.
Se ha dicho varias veces desde esta columna que la actividad turística genera inmensas fortunas y enormes miserias. Un concepto que hoy cobra siniestra vigencia con lo sucedido en San Carlos de Bariloche, la bella ciudad patagónica cuyos folletos evitan rigurosamente mostrarnos sus grandes barriadas donde sobreviven los excluidos. Para aquéllos que no conocen la estructura productiva de esta industria, es menester aclarar que cuando aquí se habla de exclusión la referencia no es a personas que han perdido definitivamente un lugar de trabajo, sino a ese inmenso ejército disponible para ser utilizado cuando llegan las temporadas. Que, como lo hemos denunciado reiteradamente, mientras el empresariado hace pingues ganancias en esos acotados periodos, quienes lo “ayudan” en el propósito suelen cobrar ajustados jornales que les impide hacer alguna reserva para los días (los más) que no son llamados a trabajar. Que esta realidad de concentración de ganancias arrastra a las gestiones municipales que la profundizan privilegiando obras y emprendimientos para estos núcleos de poder, tendientes a absorber el interés de visitantes obligados a apiñarse para gastar en los lugares controlados por las “fuerzas vivas” mejor posicionadas económicamente. Que son estos últimos los eternos mimados de las administraciones con consultas habituales para diseñar políticas que, por la parcialidad del enfoque, no pueden sino redundar en más inequidad a la hora de la distribución de los resultados. Que el corolario de estos despropósitos es la falta absoluta de armonía en el crecimiento, con desigualdades manifiestas en el acceso a los mínimos que requiere la vida digna. Que esta situación para nada es desconocida por sus responsables quienes, cuando son advertidos de su potencialidad conflictiva, se inclinan a pensar en la fuerza policial como elemento que encauce la normalidad que les conviene. Que la matanza de Bariloche es el punto más alto de una constante discriminatoria no exclusiva de aquel destino turístico.
En verdad, esta enumeración de sus características no plantea otra cosa que los perfiles de un esquema productivo ligado a la filosofía neoliberal depredadora y estupidizante, que habrá que ir dejando atrás a fin de sumar a este nuevo tiempo que transita el país y Latinoamérica. Una etapa cuyo signo novedoso y transformador toca cada uno de los aspectos de nuestras naciones, desnudando el raquitismo integrador de sus estructuras generadoras para dotarlas de ideas y convicciones que allanen el camino hacia la inclusión y la grandeza. El turismo es una hermosa parte de esa totalidad. Encierra potencialidades que, como el encuentro enriquecedor o el imprescindible equilibrio ambiental, son verdaderos disparadores para la construcción de mundos más solidarios. Claro que son virtudes que solo pueden florecer en el marco de una construcción política y social que ponga a la economía al servicio del hombre, arrebatando su manejo de las manos de los cultores de un mercado insensible y brutal, responsable final de las muertes del sur.
Erico Westergaard
turismoparticipativo@hotmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario