miércoles, 20 de abril de 2011

Comunicado Corriente Política Enrique Santos Discépolo

En el día de la fecha, en horas de la madrugada, personas desconocidas arrojaron en forma artera un elemento duro con el que destruyeron la puerta de entrada al domicilio particular del compañero Norberto Galasso. Es hoy un hecho aislado al que no corresponde adjudicarle ninguna acción concertada de grupos de la ultraderecha, en la medida en que ninguna prueba haya de ello. Sin embargo, por haber sido cometido el hecho en forma anónima, sin amenaza previa y contra uno de los pensadores y escritores más públicamente conocido del pensamiento nacional y popular, revela el objetivo de buscar un efecto intimidatorio general a toda la militancia. Si bien es posible que debido a la falta de testigos la investigación policial no arroje resultado concreto, lo cierto es que se impone realizar algunas urgentes precisiones de índole política.
Como todos sabemos, Norberto Galasso ha venido cumpliendo una labor importantísima acompañando la actual etapa histórica de liberación nacional, democrática y popular, que se abrió a partir de la asunción de Néstor Kirchner en mayo de 2003. Mucho más lo ha venido haciendo con la profundización del modelo realizada por la Presidenta Cristina Fernández. Su tarea de fuerte contenido ideológico es incesante y, últimamente, de alta exposición pública. A nadie se le escapa la importancia política de esta tarea cultural y política tiene para la consolidación del proyecto popular, realizada por parte de quien desde hace años es convocado en forma cotidiana por organizaciones políticas, sociales y sindicales de todo el abanico del movimiento nacional.
En este contexto, debe advertirse acerca de la peligrosidad que el clima irresponsable de crispación, que desde la oposición y los multimedios se ha venido insistiendo, provocando un clima de agresividad en donde cualquier hijo de buen vecino se puede creer el hijo del mesías, redentor de los valores del país oligárquico que la política nacional de soberanía y de inclusión social han puesto en crisis. Es que la crispación es, en esencia, el odio de clase reactulizado de la clase dominante ante la creciente mejora social de las clases populares.
Debe entonces quedar muy en claro que la responsabilidad no recae solo en los circunstanciales redentores, sino también en aquellas usinas mediáticas de la mentira y la corrupción de la palabra que llegan al colmo de la hipocresía al acusar de autoritaria a esta etapa histórica que, por el contrario, representa el mayor nivel de democracia y libertad conocidos por los argentinos, lo que incluso es reconocido por la comunidad internacional.
Desde la Corriente Política Enrique Santos Discépolo no buscamos generar una repercusión desmedida ni despertar expresiones de solidaridad que, además, tenemos la certeza de su existencia sincera, sino simplemente dar a conocer el hecho, alertar y prevenir. Muy especialmente en este momento en que están teniendo lugar los importantes juicios contra los represores de la última dictadura cívico militar.
Con el miedo se busca desalentar esa alianza entre una juventud que se suma con pasión a la militancia y la clase trabajadora organizada, que anuncia el mejor futuro posible para el país.
Esto no debe ser desdeñado por parte de la militancia popular, en la antesala de las cruciales elecciones para renovar autoridades políticas que van a conducir el país en los próximos años, porque se trata de prevenir para que no haya ni ingenuos ni distraídos.
Corriente Política Enrique Santos Discépolo, 16 de abril de 2011.

lunes, 18 de abril de 2011

Nota acerca de la nieta recuperada 103

En la  inclaudicable búsqueda de memoria verdad y justicia LAS ABUELAS DE PLAZA DE MAYO dieron la noticia de la identidad recuperada de una nieta apropiada en la dictadura. A continuación, reproducimos una nota al compañero Delsio Gamboa, detenido de la dictadura, en Radio Línea de Pascanas. Programa conducido por Rodolfo Filiponi.


domingo, 3 de abril de 2011

NOTA DE RICARDO FORSTER

Los débiles, los fuertes y la amenaza a la libertad de prensa
Por esos azares del calendario aproveché para salir de Buenos Aires y sumergirme en un lugar sin acceso a ningún medio de comunicación ni a cualquier tipo de conexión a Internet. Permanecí ajeno, por unos días, a las vicisitudes argentinas sin conocer qué último acontecimiento vendría a conmover, como cada semana, la escena política. Mientras manejaba de regreso me encontré con un bombardeo informativo que tenía como principal eje “la amenaza a la libertad de prensa y de expresión” y como víctima propiciatoria al Grupo Clarín. De la noche a la mañana, la Argentina se convirtió en un país antidemocrático gobernado por ideólogos chavistas (nuevo demonio de época) dispuestos a cercenar todo tipo de derechos y a envilecer la vida republicana de un modo equivalente a como lo había hecho la dictadura 35 años atrás (¡qué paradoja que muchos de los que opinaban de esa manera fueron cómplices del horror de aquellos años a través de diarios y revistas que jamás revisaron su actuación ni ejercieron la crítica de sus actos!); así lo vociferaban a coro los periodistas “independientes” de la corporación, a los que se les agregaron otros escribas de empresas aledañas y, claro, la mayor parte del arco opositor que encontró en Pino Solanas a uno de sus voceros más bizarros que, por las dudas y sin estar siquiera informado de lo que había sucedido, se apresuró a defender al Grupo Clarín y a denostar al Gobierno responsabilizándolo por el avance cuantioso de las hordas censoras. Confieso, estimado lector, que por un instante creía que la gente de la revista Barcelona estaba transmitiendo en cadena nacional y que todo era una gran broma. Tanta hipocresía, tanto gesto rastrero de periodistas y de políticos opositores –e incluso de algunos que son aliados del kirchnerismo desde sus provincias pero que juegan el juego que más les conviene– me parecía absurdo, una suerte de comedia o de farsa donde cada uno de los actores sobreactúa su papel. Pero no, la realidad, a veces, es más grotesca que la ficción y allí nos encontramos, una vez más, con la mayor corporación mediática del país victimizándose tal vez ayudada por los justos reclamos de un grupo de delegados y trabajadores de una de sus empresas que no eligieron el método más inteligente a la hora de dirimir con el monopolio que, eso parece, los estaba esperando con las fauces abiertas y listo para desplegar la ofensiva antigubernamental que encontró su momento antológico en esa página en blanco de la edición del lunes 28.
Antes siquiera de enterarme de que nuestra querida Argentina estaba entrando en “la noche de la censura” (¡justo un par de días después de las multitudinarias marchas que en todo el país se realizaron para recordar otro 24 de marzo!), estaba escribiendo mi artículo de todas las semanas ya suficientemente entretenido con los acontecimientos de Catamarca, del exhorto suizo, de la respuesta intempestiva de Moyano, de la exigencia para que se cumpla la ley en el caso escandaloso de los hijos adoptivos (¿apropiados?) de Herrera de Noble, de la conjura para debilitar a Cristina a través de enfrentarla con la CGT, de la caída en picada de Das Neves y del fraude chubutense. Por eso prefiero darle al lector lo que previamente estaba escribiendo sobre lo que venía sucediendo antes de esta nueva operación de la corporación mediática que se desespera frente la inoperancia de la oposición y el crecimiento exponencial de la figura presidencial. ¿Cuántas tapas en blanco nos esperan, a los argentinos, hasta octubre? ¿Cuánta canallada puede resistir la imaginación nacional sin que estallen las últimas neuronas que les quedan a nuestros periodistas “independientes” y a muchos políticos opositores? ¿Hasta cuándo tanta defensa rastrera del monopolio? En fin, ahí va lo que con cierta ingenuidad escribí antes de enterarme de que nada era como yo creía en el país y que las palabras y las opiniones de todos podían caer en las garras de la censura y de la falta de libertad de expresión.
Antes de empezar marzo la corporación mediática, a través de sus periodistas “independientes”, anticipaba un espectacular inicio electoral signado por sendos triunfos en Catamarca y en Chubut. Ese sería el punto de partida de una ofensiva capaz de sacar del marasmo a una oposición que languidecía en medio de su incapacidad para constituirse en factor de triunfo contra un gobierno nacional que seguía avanzando en reconocimiento social y en imagen de la Presidenta. El desconcierto de una oposición convertida en una suerte de tienda de los milagros en la que cada cual atendía su juego era proporcional al crecimiento del kirchnerismo que, impulsado por la fuerza conmovedora que se desplegó a partir de la muerte de Néstor Kirchner y que se prolongó en el crecimiento sostenido de la economía y en la consolidación de Cristina Fernández como garante de la continuidad de un proyecto capaz de atravesar con solvencia la ausencia de su principal referente, se preparó para caminar con mucha seguridad y con bríos renovados hacia la contienda electoral de octubre. La pesadilla iba encarnando bajo los peores augurios, esos que presagiaban no sólo el acrecentamiento de la ventaja oficialista sino, más grave todavía, la fragmentación de una oposición tartamuda y sin capacidad de transmitirle absolutamente nada a la sociedad.
Creyeron, estaban convencidos, de que adelantando las elecciones en dos provincias “seguras”, de esas en las que no se podía perder, podrían, quizá, revertir la tendencia derrotista que embargaba a la derecha y que no podía ni siquiera ser ocultada por los grandes medios de comunicación. Buscaron, con desesperación, catapultar a dirigentes, cada vez más pequeños a los ojos de la opinión pública, a un lugar expectante que encontrara un renovado impulso en los descontados triunfos de Catamarca y Chubut.
Primero fue el baldazo de agua fría que dejó congelados a los referentes nacionales del radicalismo que viajaron especialmente para festejar junto con el gobernador Brizuela del Moral lo que era un triunfo seguro. El pequeño señor Cobos, cada vez más pequeño y añorando los días, para él inolvidables, del voto no positivo, se tomó un avión creyendo que llegaba a una fiesta que terminó siendo un velorio al que concurrió en compañía del otro candidato mendocino que se hizo famoso por aquella frase tan sensible hacia la vida popular en la que afirmaba, suelto de cuerpo, que “la asignación universal había servido para multiplicar el consumo de paco y el negocio de los bingos”. El hijo de su padre, el clon de Alfonsín, fue más astuto y mandó a Gil Lavedra para participar de lo que todos descontaban como un triunfo irrefutable y contundente. Absolutamente desconcertados, los inoxidables dirigentes radicales regresaron cabizbajos y refunfuñando contra la mala suerte.
Después, y casi sin anestesia, fue el bochorno chubutense. Un mes atrás el candidato de Mario Das Neves le llevaba más de 20 puntos en intención de votos al referente del Frente para la Victoria. Todo estaba preparado para un paseo triunfal que catapultaría al gobernador de Chubut hacia un lugar privilegiado en la lucha por la presidencia dentro de esa otra tienda de los milagros, con características propias y desopilantes, que es el peronismo federal. Desde un primer momento, y apenas se cerraron los comicios, el tufillo a fraude, la percepción de una operación destinada a favorecer al delfín de Das Neves pasó de ser una vaga inquietud a transformarse en una certeza irrefutable. Con el paso de los días, y mientras escribo este artículo, la diferencia entre Buzzi y Eliceche se va acortando dramáticamente anticipando lo que será una derrota terminal para las ambiciones de otro pequeño exponente de la política argentina como demostró serlo Das Neves. Del fraude, eso parece ser un dato de la democracia que hemos sabido construir en estos años, no se vuelve. Felipe Solá y Francisco de Narváez también se tomaron un avión cuyo destino final, al igual que el que se tomaron antes Cobos y Sanz, no sería otro que permitirles llegar al velorio de uno de sus aliados.
Mientras esto ocurría con los sueños triunfalistas de una oposición desconcertada y malherida, la corporación mediática se ocupó de distraer la atención de la opinión pública arrojando la bomba de un supuesto enfrentamiento entre Hugo Moyano y el gobierno nacional. Amplificando ad nauseam el famoso exhorto proveniente del país de Guillermo Tell, manipulando lo que decía y cómo lo decía, se lanzaron de lleno a enfurecer al dirigente camionero que, eso hay que decirlo, tuvo el tino de corregir lo que en un principio no fue otra cosa que una sobreactuación que no se correspondía con la realidad de lo sucedido y que parecía equivocar al destinatario de su furia. Tampoco fue casual que el affaire Moyano estallara al mismo tiempo que la respuesta dada por los tribunales para que los hijos adoptivos de la señora Herrera de Noble se hicieran finalmente los eternamente postergados y manoseados análisis de ADN en el Banco Nacional de Datos Genéticos. El Grupo Clarín, como en otras ocasiones, buscó desviar la atención y no encontró mejor argumento que el que le ofrecía tanto el famoso exhorto como la respuesta intempestiva que, en un primer momento, dieron Moyano y la dirigencia cegetista. Seguramente en los próximos días, y ya avejentada la telenovela suiza, nos encontraremos con alguna otra noticia espectacular que vendrá a cubrir lo que será la impresentable e irrefutable comprobación del fraude en Chubut que, tal vez, concluya con el triunfo del candidato del Frente para la Victoria.
Apenas unos pocos días bastaron para volver a poner al desnudo el funcionamiento de la corporación mediática, el modo como construye su estrategia conspirativa y la persistente incapacidad para frenar el camino ascendente de Cristina hacia octubre. Pero también sirvió para mostrar la manera como funciona cierta oposición que no duda en romper las reglas más elementales de la democracia mientras sigue hablando de virtud republicana y de mejorar la calidad de nuestras instituciones. El fiasco de los radicales en Catamarca y la vergüenza del peronismo federal en Chubut no dejan de poner blanco sobre negro la realidad de un país que se merecería una oposición a la altura de las circunstancias. Tal vez si dejaran de ser correa de transmisión de intereses corporativos, si pudieran abandonar su condición de títeres que se mueven al compás de los deseos de los grandes medios de comunicación, estarían en condiciones, al menos, de dar una pelea más digna.
Estimado lector, le doy mi palabra de que lo que acaba de leer fue escrito sin tener conocimiento alguno del bloqueo a la planta donde se edita el Gran Diario Argentino. No sospechaba que, en el viaje de regreso, me iba a encontrar con tamaña injusticia ni con tan colosal amenaza a las instituciones de la República de parte de un grupo de delegados y trabajadores apadrinados, desde las sombras, por un gobierno que se parece, así lo escuchaba en boca de un amplio arco de opositores y de periodistas “independientes”, a la dictadura. Como le respondió el inefable Jorge Lanata a Ernesto Tenembaum en un reportaje antológico, siempre se trata de ponerse a favor del más débil que, como todo el mundo sabe, no son los trabajadores despedidos y sus familias sino el virtuoso y democrático Grupo Clarín. A mí me bastó un fin de semana para darme cuenta de quiénes son los débiles y amenazados en nuestro atribulado país. Lo demás son infundios y adocenados intentos de impedir que circule libremente la palabra y la imagen. Para defendernos están, ahora sí, los editores de Clarín y La Nación y la mayor y más prestigiosa organización destinada a proteger a las sociedades democráticas contra el avance de los populismos sobre la libertad de prensa: la SIP.

ENTREVISTA A ERNESTO LACLAU EN TIEMPO ARGENTINO

“La libertad de prensa es total”

Publicado el 3 de Abril de 2011
El filósofo analiza el discurso de la derecha argentina, opina sobre las derivaciones que tuvo el conflicto gremial en el Grupo Clarín, valora la mayor participación de los jóvenes en la política e interpreta los resultados de las elecciones provinciales en Catamarca y Chubut. “Hay un populismo en el buen sentido del término”, afirma.
 

Investigador, docente, escritor, Ernesto Laclau es uno de los más reconocidos filósofos políticos argentinos. Recorrer su obra es internarse en un universo de agudas interpretaciones de los procesos políticos contemporáneos. Política e ideología en la teoría marxista. Capitalismo, Fascismo, Populismo (1977); Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo (1990); La razón populista (2005); Hegemonía y estrategia socialista: hacia una radicalización de la democracia, escrita junto a Chantal Mouffe (1985); y Hegemonía, contingencia y universalidad (2000), junto a Judith Butler y Slavoj Žižek, se han convertido en títulos de consulta obligada para aquellos que pretenden comprender y descifrar la entrelínea de los procesos sociales de los últimos años.
Haciendo un alto en sus ciclos de conferencias, que por estos días lo encuentran en Chicago, Ernesto Laclau concedió una entrevista a Tiempo Argentino para analizar la actualidad política de este año electoral y la reacción que provocó el conflicto gremial en el Grupo Clarín.

–¿Qué opinión tiene sobre lo sucedido en la planta del medio monopólico Clarín? ¿Es como lo quieren presentar ellos, un atentado a la libertad de prensa? 
–Yo creo que las declaraciones realizadas por el ministro Carlos Tomada han estado muy adecuadas. Este es un problema de carácter sindical, de un conjunto de empresas que no están respetando una serie de principios legales establecidos. A este proceso de protesta se le está tratando de dar un tinte político e ideológico con toda esta historia de que la libertad de prensa está puesta en cuestión, lo cual es absurdo. La libertad de prensa en la Argentina es total. Pero además, la libertad de prensa en otros países donde la gente dice que está cuestionada, también es muy grande. En Venezuela, que generalmente es el blanco de los ataques, hay que ver que lo que ocurrió fue que no renovaron la licencia de un canal de televisión para salir al aire, aunque ese canal puede seguir difundiendo en cable y en otras formas, y lo sigue haciendo. Ahora, lo que no se dice es que ese canal de televisión había apoyado abiertamente el golpe de 2002. Ahora se imaginan si en los Estados Unidos el Washington Post apoyara un golpe de Estado, hubiera sido cerrado inmediatamente y nadie hubiera argüido nada sobre la libertad de prensa. 
–¿Qué análisis le merece el actual discurso de la derecha?
–El discurso de la derecha es tratar de oponer la movilización popular a las instituciones y presentar toda movilización popular como potencialmente autoritaria y opuesta al orden institucional dado. Lo que nunca aparece es una reflexión acerca de por qué el orden institucional es como es, por qué este orden no es neutral y sólo refleja el equilibrio de fuerzas sociales en un país determinado. La cuestión es que si uno quiere un proceso de cambio, necesariamente va a tener que alterar la formas institucionales vigentes. No alterarlas de una manera autoritaria ni antidemocrática, pero sí ponerlas en cuestión tal como existen. En la Argentina ha existido por muchos años un régimen clientelista de tipo conservador en el que los caudillos locales manejaban a las masas sin darles ninguna participación. Entonces, cuando se produce ese levantamiento de masas empiezan también a alterarse las formas institucionales que habían existido hasta ese momento. Ahora, todo el juego del discurso de la derecha es plantear que las instituciones tal como existen son el orden institucional sagrado de la sociedad, y que entonces todo proceso de cambio puede ser dejado de lado con una tendencia populista de carácter autoritario. Pero a ese juego ya estamos acostumbrados.
–El dirigente ruralista Mario Llambías dijo que se quiere cambiar la bandera “por un sucio trapo rojo”. ¿Cómo se puede interpretar esta afirmación?
–Este señor, al que conozco, es un reaccionario extremo. Aunque no debemos olvidar que hay otros que tienen un discurso un poco más sofisticado, más complejo, que sin embargo llegan a lo mismo.
–¿Cuál es su opinión sobre las elecciones en Chubut, con las irregularidades que se descubrieron en el escrutinio?
–Yo creo que es importante lo que ha sucedido en Chubut porque refleja una orientación nacional del electorado. La gente votó en Chubut no sólo pensando en problemas de la provincia, sino también en opciones nacionales. Antes de Chubut fue Catamarca. En un momento dado estaba la línea de Das Neves 30 puntos adelante del candidato kirchnerista y se llegó a la elección con este resultado que aún no se sabe que va a pasar. Si llegara a imponerse la línea de Das Neves por unos pocos votos será una derrota mayúscula de la oposición.
–¿Vislumbra alguna tendencia electoral de cara a octubre?
–Las próximas elecciones provinciales se realizarán en Salta, donde creo que va a haber un triunfo del kirchnerismo. Creo que hay una buena opción de que se pueda ganar también con Agustín Rossi en Santa Fe. La cuestión en la Capital va a estar reñida, pero creo que la línea general es que el espectro electoral está perfectamente claro hacia el Frente para la Victoria.
–¿Cómo ve posicionado al país? 
–Creo que la situación del país es muy buena, en lo económico estamos frente a una etapa floreciente. Los efectos de la crisis, como decíamos antes, no se han sentido. Hay una voluntad colectiva de defender los Derechos Humanos, de oponerse a todo el pasado de la dictadura, y al mismo tiempo hay un fervor popular acerca de posibilidades de cambio, que son reales y que no se habían planteado en los mismos términos desde hacía tiempo. 
–Otra vez la sociedad se moviliza y expresa. Los jóvenes tienen otra presencia en la esfera política. ¿Estas ganas de participar se la debemos al kirchenerismo?
–En efecto, esta es una de las grandes victorias del kirchnerismo. Frente a los que dicen que se ha tratado de un autoritarismo que manipula a la voluntad popular, se produjo la incorporación de varios sectores al quehacer colectivo. Hay un populismo en el buen sentido del término, es decir, la creación de una identidad popular global, pero al mismo tiempo esto se hace a partir de una pluralidad de procesos de participación que son profundamente autónomos.
–A veces se suele malinterpretar el concepto “populismo”. 
–Si uno busca ejemplos en otros países existen populismos autoritarios, pero son cada vez menos populistas. Por ejemplo Zimbawe, con Mugabe, es un régimen que usa lemas populistas, pero lo único que movilizan son grupos armados de pandillas ligadas al Estado. La participación popular es mínima. Por otro lado, en África hubo otros procesos de un populismo más auténtico, donde la voluntad popular se ha multiplicado y se ha expresado, por ejemplo el régimen de Nyerere en Tanzania. Y cuando uno ve este tipo de alternativas, decir que en la Argentina hay un populismo autoritario es tan absurdo como sostener que los marcianos gobiernan Washington.

Carta a Norma Morandini

Carta no publicada en Córdoba, donde se concentra lo más reaccionario de la prensa. Las cosas en su lugar...

POR SERGIO CAMPBELL

Sra. Senadora Norma Morandini: He leído su artículo publicado hoy, martes 29 de marzo en el matutino “La voz del interior”, de la Provincia de Córdoba, y créame que la entiendo; entiendo su preocupación por el avance del autoritarismo. La entiendo porque al ser una periodista que fue perseguida política en la época de la dictadura, debe tener Ud. un olfato particular para el autoritarismo. 
No sólo la entiendo, sino que comparto su preocupación; a mí también me aterra la posibilidad de volver a vivir en un país donde los medios, amordazados, decían que subversivos habían muerto en un enfrentamiento, cuando en realidad eran asesinados a sangre fría; me aterra la posibilidad de volver a vivir en un país donde una comisión interna de una fábrica pueda ser secuestrada y dinamitada, como les pasó a los de la empresa Ford, y los medios no pudieran informar nada sobre tal aberración. A mí también me aterra la posibilidad de vivir en un país donde se vuelva a declarar el estado de sitio y la desobediencia civil deje una treintena de muertos y no haya responsables.
Como puede ver, comparto su preocupación, y supongo que Maiakovsky habría estado feliz de que se usara un poema suyo para tan altruista fin; sin embargo, hay algo de su preocupación que me preocupa a mí: me
preocupa que no le haya preocupado, y por ende no haya dicho nada, sobre la apropiación espúrea de papel prensa en la época de la dictadura, por parte de Clarín y Nación (debo suponer que para Ud. no constituye una amenaza a la libertad de prensa ni de expresión); me preocupa que no le haya preocupado (y no haya dicho nada) que haya precios diferenciados en el papel por parte de la empresa monopólica, limitando y desvirtuando la libre competencia, por no hablar de la libertad de prensa; Me preocupa que, como periodista, no le haya preocupado y no haya dicho nada, cuando en “La Voz del Interior”, el matutino donde Ud. ha publicado su honda preocupación, censuraron un artículo de Diego Tatián, que no era otra cosa que un análisis semiológico (y crítico) de una publicidad de la Universidad Blas pascal (que por supuesto es anunciante en el diario), y acto seguido lo despidieron (debo suponer que si no dijo nada, es que para Ud. ese doble hecho aberrante, censura y despido, no constituyen un atentado a la libertad de prensa); también me preocupa que no le haya preocupado, y tampoco haya hecho oir su voz indignada, cuando despidieron a
Enrique Lacolla del mismo matutino, por haber escrito un artículo crítico a la protesta de la corporación agraria y que, vale la aclaración, no era favorable al gobierno (debo suponer, otra vez, ya que Ud. no ha dicho nada, que tampoco despedir a un prestigioso periodista que Ud. conoce bien, ha de constituir para Ud. un atentado a la libertad de expresión, y mucho menos un atisbo de autoritarismo; y me preocupa, que Ud. hija de trabajador ferroviario, no se preocupe y no diga nada, a favor del reclamo delos trabajadores despedidos por el grupo clarín, que en resumidas cuentas, son los que produjeron el bloqueo. Digo, me preocupa, porque Ud. sabe que no son muchas las herramientas de lucha que tienen los trabajadores, y el paro, o la ocupación de una fábrica son dos del abanico un poco exiguo con el que cuentan por sus derechos. Y siempre, siempre que los trabajadores luchan por sus intereses, perjudican el derecho de otro, por ejemplo, supongo que su padre habrá protagonizado más de una huelga ferroviaria, lesionando el derecho de los usuarios a desplazarse por ese medio. Entonces, me preocupa que no diga nada sobre el
incumplimiento dela ley por parte del Grupo Clarín, pues si ellos hubiesen cumplido con lo que manda la ley, es decir que un delegado no puede ser despedido, ese bloqueo no hubiera existido; me preocupa que le preocupe el avance del autoritarismo pero no le preocupe falsear la verdad para defender los intereses de una empresa; porque Ud. lo sabe, Ud. sabe que lo que se puso en juego en ese bloqueo es un conflicto sindical que lleva 10 años y no la libertad de prensa; Ud. sabe que Clarín no cumple con la ley. Finalmente lo que más me preocupa, es que una senadora nacional, que supuestamente me representa, comparta el credo que una empresa periodística es intocable, aunque la misma viole constantemente la ley. 
Tiene razón para estar preocupada, Sra. Senadora, si un medio de prensa tiene controlados a los diputados y senadores de la nación, el autoritarismo avanza. Cuídese, no vaya a ser que después, los mismos a los que Ud. defiende, la dejen de lado cuando ya no les sea útil.

Pasar este correo a todos es un pequeño - gran aporte a la defensa de
nuestro derecho a informarnos, ya que los medios de Córdoba, como los
de la 'corpo mediática',
NO informan, ENFERMAN...
M.E.G.

sábado, 2 de abril de 2011

TODO.

La siguiente nota de Luis Rodeiro publicada en La Mañana de Córdoba del miércoles 30 de Marzo como digna respuesta a la nota de Norma Morandini publicada por La Voz del Interior del día martes 29 de Marzo bajo el título de "Nada".
La suscribe como periodista, pero sabemos que además es principal referente de Carta Abierta Córdoba

“La primera noche, ellos se acercan y toman una flor de nuestro jardín. No decimos nada. La segunda noche ya no se esconden, pisan las flores, matan a nuestro perro y no decimos nada. Hasta que un día, el más frágil de ellos entra solo a nuestra casa, nos roba la luna, y conociendo nuestro miedo, nos arranca la voz de la garganta. Y porque no dijimos nada, ya no podemos decir nada”.

Bello verso, el de Maiakowski. El nos advertía bien.

La primera noche, ellos se acercaron y tomaron una flor de nuestro jardin: a costa de los Graiver y con la complicidad de la dictadura, se quedaron con el monopolio de papel prensa. No dijimos nada, porque no podíamos hablar y los que podían, callaron.

La segunda noche ya no se esconden, pisaron las flores (abrazados con Menem, se birlaron Canal 13), mataron nuestro perro (en connivencia con Duhalde inventaron la ley Clarín, a su exacta medida, lo que les permitió pesificar sus deudas y disminuir su pasivo a la mitad) y no dijimos nada. Hasta que un día, el más frágil de ellos (en este caso yo diría artero), de apellido Magneto, entra solo a nuestra casa, nos roba la luna, y conociendo el miedo al anonimato de nuestra dirigencia, nos arranca la voz de la garganta y monta el más grande monopolio de la voz, con base en la ley de medios, que redactaron a su medida con la venia militar.

Pero Maiakowski se quedó corto con las metáforas posibles de lo que nos hicieron. No sólo nos cortaron la flor, nos la pisaron, mataron a nuestro perro, nos robaron la luna, sino que nos pisotearon, nos reprimieron, violaron nuestro gato, se afanaron el sol. Una noche echaron a 117 trabajadores y “las estrellas del periodísticas del Grupo” no dijeron nada. Hace 11 años. Desde entonces no hay delegados, ni comisiones internas, ni libertad sindical. Instauraron el miedo gremial. Una madrugada se cargaron al juez, que –como dice Pablo Llanto- “tuvo el atrevimiento de encarcelar a la viuda de Noble, luego que la misma se negara reiteradamente a prestar colaboración en la causa donde se investiga si los hijos adoptivos de la viuda de Noble fueron hijos de desaparecidos, y donde se sospecha que gran parte de la documentación está alterada”. Muchos, cuando pudieron hablar, dijeron Nada.

Y el Flaco, nobleza obliga, se zarpó. Le concedió una prórroga por 20 años de vigencia del monopolio. Y casi, casi, no dice nada. Hasta que se dio cuenta y le gritó ¿qué te pasa Clarín? Porque lo que se altera aquí en el verso de Maiakowski, es el final. El final apocalíptico que le gusta a los que pretenden asimilar gobierno popular con dictadura: “Y porque no dijimos nada, ya no podemos decir nada”.

No, el Flaco habló. Y hablaron los periodistas que desde hace años luchaban por la democratización de la comunicación, los dirigentes sociales que no tenían voz, los hombres y mujeres que no tenían acceso a la información, los que no se resignaban al discurso único, los que rechazaban que les “fabricaran” día a día la información. El fruto fue como recuperar la flor, resucitar al perro, rescatar la luna, instalar el sol, logramos democráticamente una nueva ley de medios audiovisuales que reemplazara la de la dictadura (cívico-militar).

Y sí, se recuerda a Maiakowsky, cuando se banaliza el derecho de los trabajadores, cuando se atropella la libertad sindical, y en la “fábrica de noticias” se convierte una protesta gremial en un atentado a la “libertad de empresa”.

Pero no nada, nunca más al silencio. Hay una sociedad que habla, que se moviliza, que comienza a distinguir la libertad de prensa de la libertad de empresa; el periodismo, de un holding de negocios, que entre otros productos fabrica información; que resiste el tutelaje sobre los ciudadanos que ejerce el poder mediático invocando verdades; hay prensa y hay negocios, disfrazados de ecuanimidad.

El pueblo habla. Comenzó a hablar. Sin tapujos. Y están sí los que no dicen nada, cuando se censura –desde esos medios monopólicos- a periodistas y colaboradores, incluso en Córdoba, porque piensan distinto a la “línea editorial”, que sólo es un derecho de la prensa privada. No dicen nada, pero nada, que ni Telesur, ni CN23, ni el programa infantil Paka Paka, no estén en la grilla de los Canales de Cablevisión, desacatando la ley.

Para que no nos sigan arrancando la voz de la garganta, estamos en la hora de gritar bien fuerte. Que es preciso defender la ley de medios, democrática e igualitaria. Que es preciso exigir que se cumpla la ley y las resoluciones judiciales.

No teman los temerosos. La libertad está asegurada, para todos. Como Nunca. Lo que está en juego es la igualdad de oportunidades. Seguirán hablando, sin el más mínimo menoscabo a sus derechos, los Morales Solá, los Gelblung, los Grondonas, entre otros, pero su voz ya no es, ni será única. Y porque nos negamos a decir nada, aseguramos que todos hablen.

*Periodista
*Cualquier semejanza con el artículo NADA, de la periodista, escritora y senadora nacional  Norma Morandini, publicado en La Voz del Interior del martes 29, es pura intencionalidad. Agradezco su envío vía Internet. (Aclaración del autor)