Análisis de la coyuntura después de las elecciones de junio. 28/08/2009


Ingeniería electoral cordobesa.
Es cierto que desde su acceso al gobierno el kirchnerismo fue incapaz de articular formas de participación y de organización popular que dieran sustento a las audaces medidas de gobierno que iba adoptando, tal como lo habíamos afirmado desde Iniciativa Popular después de la dolorosa experiencia vivida cuando el acceso de Schiaretti a la gobernación, perpetuando la permanencia del delasotismo, o sea del menem-cavallismo en la Provincia de Córdoba.
La ingeniería electoral elaborada por el kirchnerismo en la Provincia no podría haber generado resultados más lamentables. En pocos lugares del mapa electoral nacional los ruralistas pueden mostrarse más satisfechos con sus logros: consiguieron a) resucitar al Radicalismo por derecha; b) permitir a Juez convertirse en primera minoría también por derecha, después de haberse desguasado de todo el progresismo que lo había catapultado como opción antidelasotista; c) dejar indemne a Schiaretti en su condición de primera minoría en la mayoría  absoluta de los departamentos del interior provincial, superando con holgura la prueba de la supuesta “fractura” del PJ ante la “jugada maestra” del tandem Jaime-Riutort.
Increíble pero real: el menem-cavallismo cordobés concluyó con senadores y diputados funcionales a la imagen pregonada por su gobernador: paladín de la defensa de los “intereses provinciales” frente al gobierno nacional y punta de lanza de la restauración conservadora liberal en la nación. La de Schiaretti y De la Sota sí que es una muestra indudable  de maestría polìtica: haberse sostenido durante diez años sin mengua para sus ambiciones polìticas en una de las provincias más importantes de la República respetando a machamartillo la polìtica neoliberal menemista, después de haber fundido impunemente la economía provincial, cuya responsabilidad endosaron a la Nación con la sola denuncia de Don Salvador Treber, a quien aislaron como díscolo francotirador con el concurso cómplice de casi todo el periodismo y la sociedad cordobesa.
Accesoriamente, puede afirmarse que Córdoba es el lugar donde el kirchnerismo fue aislado y derrotado en toda la línea por la oposición más pacífica y concordantemente expuesta a la opinión pública provincial sin fisuras, o sea sin que haya contado una voz que lo defendiera con claridad y resolución. Sólo Carta Abierta y otros grupos políticos y sociales de contenido nacional y popular nacidos espontáneamente como respuesta a la avanzada neoliberal y aislados entre sí, hicieron oir sus voces sin vergüenza e intentaron apoyar aún desde posiciones críticas al gobierno de Cristina desde las banderas de la patria grande, por fuera de toda estructura de política de poder. La presencia aún incierta de Carmen Nebreda en el congreso de la Nación es la única ficha caída del lado del campo popular.
Razones ciertas pero insuficientes de una derrota nacional
Existe una fuerte inclinación a adjudicar a la “inestabilidad e inconsecuencia” de las clases medias de la sociedad argentina gran parte de la responsabilidad del resultado electoral del 28 de Junio.
Primer reparo: estas elecciones pusieron sobre el tapete también la inestabilidad e inconsecuencia de la clase trabajadora. En Córdoba, la clase trabajadora dividió sus afectos entre Schiaretti (menem-cavallista pro-sojero) Juez (oportunista-pro-sojero) y Mestre (demoliberal pro-sojero). De modo que si la recuperación del proyecto nacional y popular exige el “rescate” de importantes sectores de la clase media, también ocurre lo mismo con importantes sectores de la clase trabajadora.
¿Es un problema que reside en el manejo del aparato mediático a consecuencia de los nuevos rasgos de la sociedad “virtual”? ¿Es en consecuencia la nueva Ley de Medios Audiovisuales la panacea?
Segundo reparo: Si bien el acoso mediático llegó a ser opresivo e indudablemente efectivo, no debemos olvidar que el pueblo argentino fue sometido durante muchos años al mismo torpedeo, lo que no obstó a resonantes victorias electorales del campo popular. La resistencia peronista llegó a tener prohibido hasta el uso de sus símbolos emblemáticos junto con la más monolítica propaganda antiperonista de la oposición. No basta la opresión discursiva para torcer la conciencia adquirida y cimentada por razones materiales profundas. Cambiar la opinión de un productor sojero a fuerza de discursos es tarea tan inútil como la de convencer a un peronista que vote en contra de quien puso en su horizonte de vida el derecho a casa, educación y salud para sí y para toda su familia.
¿Fué, es, un problema de comunicación, de elaboración del mensaje?
Creemos que no. Creemos que desde mucho tiempo a la fecha la disyuntiva electoral no había sido más inteligentemente planteada que en esta ocasión. Tanto en lo que hace al carácter plebiscitario de la gestión de gobierno como al enfrentamiento entre dos modelos o dos proyectos de país. Pocas veces hemos tenido elecciones donde se hubiera puesto a la consideración del pueblo la opción entre un país industrial inclusivo con intervención decidida del estado y un país agro-exportador excluyente, librado a las fuerzas del mercado. En trazos gruesos, esa alternativa fue planteada. Y los voceros de la posición nacional y popular fueron Nestor Kirchner y Cristina Fernandez, ambos máximos jefes del gobierno que intentó, con todas sus contradicciones, llevar adelante la alternativa popular, con no pocos y hasta no hace mucho impensables aciertos en su haber. Y nadie puede negar que sus discursos fueron lo suficientemente claros y terminantes, al par que distintos y enfrentados a los de la oposición. Nadie tuvo expositores más limitados, vacíos y superficiales que la oposición.
¿Son las demandas anticorrupción insatisfechas las que arrojaron a la oposición a grandes sectores populares?
Creemos que no. Creemos sí que un sector importante pero para nada decisivo puede haber sido llevado a un voto repudio a las inconsecuencias del gobierno también en esta materia, tanto por la dudosa conducta de algunos referentes de sus propias filas como a la conducta concesiva o prescindente frente al despliegue de personajes comprometidos en tales prácticas. Pero los resonantes triunfos electorales de los máximos exponentes de la corrupción en funciones de gobierno durante el menemismo excluyen toda posibilidad de asignar a este factor una incidencia determinante en la derrota del gobierno. La sola presencia del más sospechado de los candidatos de la oposición y máximo triunfador nos ahorra mayores fundamentos.
¿Fue el abandono de la política de alianzas de los Kirchner? ¿El tránsito que va del transversalismo al apoyo en la estructura tradicional del Partido Justicialista, los mentados gordos del conurbano bonaerense?
Creemos que no. Creemos que fue un error lamentable sobre todo en proyección a futuro, porque puso en riesgo la andadura del proyecto nacional y popular al desorientar incipientes pero seguras columnas en crecimiento con su enfático viraje hacia quienes hacen de su acumulación de poder y del pragmatismo político su razón de ser; pero no podemos afirmar cándidamente que los referentes o las organizaciones políticas que florecen en defensa del gobierno popular hubieran contrarrestado, en esta coyuntura, el caudal electoral del aparato justicialista que le permitió al menos empardar la debacle producida en el interior de la Provincia de Buenos Aires.
A los factores apuntados los reconocemos como reales e incidiendo en los resultados, pero no de modo determinante. La gravosa e inconducente práctica en la gestión de gobierno de desplazar a los funcionarios más competentes por especulaciones electorales o el abandono de aliados seguros y eficaces pero poco proclives a los apoyos incondicionales, también horadaron el prestigio del gobierno y la credibilidad de muchos compañeros que adhieren a posiciones progresistas. Basta ver el empacho de votos de Pino Solanas a expensas del gobierno, con especulación oportunista incluída.
La razón profunda.
Para intentar explicar la magnitud de la derrota, queremos hacer centro en datos duros de la realidad material.
Llamamos datos duros de la realidad material a factores determinantes de la realidad económica que incidieron directamente sobre la voluntad del electorado. El proceso de cambio de la situación económica en la República Argentina vino de la mano de la “revolución agraria”. La revolución agraria consistió básicamente en el desplazamiento de la producción agrícola tradicional trabajo intensiva en esta nueva producción agrícola capital-intensiva. Los precios internacionales sostenidos por la irrupción de la demanda masiva de alimentos por mega-mercados no tradicionales cuajaron con la revolución tecnológica en la agricultura y la ganadería de la mano de los agroquímicos y las nuevas maquinarias alumbrando saltos cualitativos en la productividad de la tierra, siembra directa considerada. Un fuerte desplazamiento del capital financiero especulativo hacia el sector agropecuario impulsó con inusitada fuerza rendimientos extraordinarios y la ampliación impensada de la “mancha verde” sojera a casi toda la superficie cultivable.
Observamos que este proceso fue insuficientemente analizado en sus efectos económicos y sociales, sobre todo en nuestra región: periodística e intelectualmente.  Comprendemos que es la causa excluyente del nuevo conglomerado social que da sustento al reverdecer del “modelo agroexportador” levantado entusiasta y agresivamente por los grupos económicos asociados a su suerte en la Mesa de Enlace, incluida su nueva niña mimada, la Federación Agraria. A ese tren se subió el oportunismo de la hasta entonces escuálida oposición, incluyendo sectores tradicionalmente poco proclives a compartir la cosmovisión de la Sociedad Rural, como gran parte del radicalismo. Y esto último es así  bien que le pese a la izquierda y a parte del peronismo que se empeñan en regalar a la oligarquía los afectos de amplios sectores medios que el campo popular no puede ni debe resignar de sus filas.
En efecto, interpretamos que desde el campo popular hemos pecado en la subestimación de los resultados directos de ese fenómeno sobre las fuerzas sociales situadas en su área de influencia. Desde el núcleo de la pampa gringa cordobesa y santafesina con piso en los 30 quintales por hectárea y siembra directa, la revolución agraria fue extendiendo la mancha de “zona ocupada” a límites impensables, abarcando la casi totalidad de esas provincias, a las que se sumaron Entre Ríos, Santiago del Estero (llegó a ser cuarta productora de soja), Chaco, La Pampa y grandes extensiones de la Provincia de Buenos Aires tradicionalmente afectadas a la ganadería.
Muchos de nuestros colonos se convirtieron en verdaderos pioneros de la expansión sojera por todo el territorio de la República desembarcando inclusive con su renta diferencial en las tierras fértiles de la medialuna boliviana y del Paraguay. Arrasaron a su paso con los campesinos de la economía agraria familiar de subsistencia que cobijaban los montes autóctonos, comprándoles sus propiedades o sus derechos con el producto de una cosecha, desmontando y arrojando los nuevos desocupados a los suburbios de pueblos y ciudades. Mientras en A Dos Voces se chichoneaba con la ocupación de tierras en el sur por algunos grandes capitalistas del Norte, capitalistas agrarios de nuevo cuño bien argentinos hacían lo propio en Bolivia y en Paraguay.
Frente al motor de la multiplicación de la renta capitalista o maximización de las ganancias, de poco valen los lamentos o las consideraciones éticas. Los malos modales (egoísmo, soberbia, prepotencia) de los exponentes de este proceso que comenzaron a mostrarse ahora en sociedad, no distan en realidad de la ética y modales propios de todos los burgueses capitalistas que en distintas latitudes y circunstancias históricas tuvieron oportunidad de asomar la cabeza en los procesos sociales cuando empezaron a juntar la plata en pala (acumulación de capital) y tuvieron que hacer frente a fuerzas o instituciones que trataron de ponerles límites.
¿Quiénes son? ¿Cuántos son? ¿Cómo son?
Y aquí viene la pregunta orientadora: ¿quiénes son? ¿cuántos son? ¿cómo son? ¿a quiénes influyen en forma directa….a quiénes indirectamente?. No nos interesan los de siempre, los que preexistieron al boom agrario; los que manejaron siempre los medios y la vidriera del modelo agro-exportador.  Nos interesan las fuerzas de choque, el sustento social que hizo retroceder al gobierno popular.
En primer lugar, dejemos de lado el primero de los malentendidos. Buzzi representa a los nuevos “pequeños y medianos productores, a los pequeños y medianos rentistas agrarios y algunos cuantos más” que nada tienen que ver con la tradicional base de sustentación de la Federación Agraria de Humberto Volando, para no hablar de la graciosa comparación con los arrendatarios del Grito de Alcorta. De su nueva base social se puede afirmar que no son ni quieren ser los pequeños productores de antes, y sí los grandes beneficiarios de esta renta agraria sin la carga molesta del Estado, tal y como lo quieren sus organizaciones hermanas. Como ya dijimos, los campesinos de la agricultura de subsistencia ya fueron borrados, sin lucha, pero ahora con dolor porque como los despedidos que cobraron indemnización terminan dependiendo de la mano del Estado. Quizás los nuevos ricos vuelvan a entrar en contradicciones con la cúpula de la pirámide agraria cuando el proceso de concentración de la riqueza los vaya dejando sin tierras o bajen demasiado los precios de las comodities y tengan que prenderse a la teta del Estado para no ser fagocitados.
En la franja de los interesados directos debemos incluir a los “pequeños y medianos productores rurales y a los pequeños y medianos arrendadores agrarios”; también a los “pequeños y medianos arrendatarios rurales”; también debemos incluir a los “pequeños, medianos y grandes pools de siembra”. Aquí es donde empieza a ensancharse la base social del nuevo conglomerado agrario: incluye a todos los rentistas o inversionistas que atan su ganancia al rendimiento de la producción agraria, y aquí debemos incluir a productores que vendieron sus campos pero siguen en el negocio, comerciantes, profesionales, banqueros, empleados jerarquizados con capacidad de ahorro, etc., más numerosos cuanto más importante es el pool de siembra, alcanzando a sectores de residencia habitual en las ciudades.
El nuevo tipo de producción agraria suma otros sectores influyentes: el de los contratistas de las maquinarias agrícolas, almacenaje y transporte de granos, las compañías aseguradoras del riesgo agrario, las empresas industriales de producción de maquinarias agrícolas, la producción y comercialización de semillas y agroquímicos, los comercios y profesionales directamente vinculados a esos intereses.
A esos sectores debemos agregar otros que guardan una relación más indirecta pero que cuando más vinculados geográficamente a la zona productora terminan condicionados en una férrea red de pequeños intereses y complicidades. Todo el rubro de la construcción: arquitectos, ingenieros, constructores, albañiles, pintores, carpinteros, gasistas, plomeros, incluidos sus estudios y pequeñas empresas. La capacidad movilizadora de la población estudiantil en la ciudad de Córdoba durante el conflicto agrario dan una muestra palpable de la fuerza dinamizadora del boom inmobiliario de los últimos años. Cabe suponer que ese mismo fenómeno se ha producido en ciudades como Río Cuarto, Villa María y numerosas ciudades del interior de las Provincias ya mencionadas alcanzadas por la mancha verde. Lo mismo ocurre con la comercialización de las motos, automotores y maquinarias agrícolas. 
Quizás lo más apropiado sería preguntarnos quiénes no son alcanzados directa o indirectamente por la bonanza agraria. Allí podríamos situar los empleados públicos estatales nacionales, provinciales y municipales, los docentes y los jubilados. En pueblos y ciudades donde el derrame de la renta agraria influye mucho sobre el comercio, sería improcedente  situar en este campo a los empleados de comercio.
El gran error, primero del gobierno y luego de la mayoría casi absoluta de la intelectualidad encolumnada en posiciones nacionales y populares, fue emblocar a toda esta red de intereses económicos de predominante clase media con la Sociedad Rural. La confusión no estribó en el aspecto ideológico o político, donde sin duda ambas fuerzas confluyeron tras el pragmatismo de la máxima ganancia. El error de estimación consistió en suponer que las posibilidades hegemónicas de este nuevo conglomerado de intereses económicos en el conjunto social sería tan limitado y elitista como el que la Sociedad Rural ha desplegado en la historia de nuestro país desde la irrupción de los gobiernos populares, debiendo entonces suplir esa impotencia apelando a los golpes militares.
La copa de la abundancia del capital financiero y del capital agrario concentrado en la oligarquía terrateniente no derrama sobre el resto de la sociedad. El error está en equiparar a un típico representante de la Sociedad Rural con estos ricos de nueva cepa. No porque piensen distinto. Es porque son distintos. El oligarca vive, consume e invierte en espacios limitados donde opera a sus anchas el capital concentrado y fuga todo lo que puede. El nuevo agricultor o rentista agrario compra, invierte, prospera y motoriza la economía de los lugares donde reside, y el capital que acumula aún a través de la evasión de los impuestos, muere en la región y sus aledaños, aunque sea en derroches suntuosos e improductivos.
Que el 80% de la riqueza agraria pertenezca al 20% de los productores por la concentración abusiva de los beneficios muestra la distorsión de la estructura agraria y es una realidad a cambiar. Pero lo que no se tuvo en cuenta es la capacidad multiplicadora del 20% de riqueza restante motorizada por el 80% de los productores menores y diseminados en el territorio. En amplias zonas agrarias la desocupación había desaparecido o estaba en franca disminución con anterioridad al ascenso de Kirchner al poder. Y no sólo por la bonanza de los pequeños o medianos productores. La zona de influencia de la cerealera de Urquía mostraba esa realidad y se ufanaba de ello y del valor agregado a sus productos. Esos grandes negocios les permitieron ser visualizados hasta por el mismo gobierno como parte de la nueva burguesía en que sustentar un nuevo proceso de desarrollo. Así fueron erróneamente catapultados a participar del poder político y le fueron facilitados por diversos medios la profundización de sus negocios.
El Estado, obviamente necesitado de caja para hacer frente a las obligaciones internacionales, no puso dique a la expansión sojera. Cuando quiso hacerlo comprobó demasiado tarde que no podía hacerlo sin enfrentar una formidable resistencia. El gobierno creyó que se trataba de los conocidos enemigos de siempre. Pero no: la soja había traccionado con sus rindes toda o casi toda la economía agraria y el nuevo conglomerado social multiplicado bajo su nueva alfombra verde extendida. Y muchos aliados naturales de la economía agraria familiar ya habían sido arrojados a las lindes de los pueblos, actuales o futuros planes Jefes o Jefas de hogar.
Esta realidad no se debe minimizar. Estamos hablando de Córdoba, Rosario, Río Cuarto, Bahía Blanca, Tandil, Pergamino, Venado Tuerto, Firmat, Casilda, Rafaela, Villa María, San Francisco, Olavarria, Junín, Rufino, Paraná, Santa Fe, Bell Ville, La Plata, Marcos Juarez, San Nicolás, Villa Constitución, Arrecifes, Gualeguaychu, Coronel Suarez, General Pueyrredon, Dolores, Rojas, Azul ,Chacabuco, Chascomús, Coronel Pringles, Coronel Borrego, Colón, Bragado,  Saladillo, y cientos de pueblos del interior de esas provincias. En todas esas ciudades el Frente para la Victoria fue duplicado o triplicado por la sumatoria de la Coalición Cívica y la Union PRO, claramente alineados con el modelo agroexportador excluyente. Y ello no sólo en provincias díscolas, donde el aparato de gobierno no respondía a la estrategia electoral del gobierno popular, como Córdoba o Santa Fe, sino también en todo el territorio de la Provincia de Buenos Aires, con un gobernador dócil –hasta ahora- a los dictados de la estrategia del gobierno popular.
La respuesta popular
Frente a esas cifras duras de la expansión agraria capital-intensiva, deformante sí y trabajo-excluyente y sin futuro en términos de patria grande, con todo el despliegue mediático de que son capaces de hacer gala los enemigos de siempre, qué se le ofrecía desde el campo popular, desde el otro modelo posible?
En términos de fuerzas productivas, poco. El capital concentrado en la industria, que lucía como aliado natural de un modelo industrial inclusivo, mostró rápidamente su caracter dependiente del exterior y prebendario: o sea con la mirada puesta más en las ventajas y beneficios que fluyen del Estado antes que en la reinversión de sus fuertes ganancias coyunturales. Sólo las Pymes, con toda su fragilidad y dependencia financiera respondieron como aliados naturales, pero necesitadas de tiempo y de una política de estado coherentemente planificada para su fomento y desarrollo en el corto, mediano y largo plazo
Las columnas de desempleados y piqueteros liderados por D´Elía por un lado, y la clase trabajadora nucleada en la CGT de Moyano sí jugaron su peso relativo, orgánico y decidido con una concentración masiva de importancia, claramente encolumnadas en el apoyo al gobierno. No ocurrió lo mismo con otros sectores que siguieron a sus dirigentes jugados a la oposición justicialista. Tampoco lucieron las huestes de la CTA como puntales de este proyecto. Parte importante de sus bases y dirigentes privilegiaron su condición crítica de las limitaciones del kirchnerismo y fugaron hacia otras alternativas o mantuvieron una actitud prescindente y reservando sus energías en acciones reclamativas de reivindicaciones insatisfechas.
En el menú de logros del gobierno capaces de atraer al electorado hacia el modelo nacional y popular lucen varios aciertos que son fácilmente ponderables por un público iniciado y con cierto grado de formación política, con lo que ya estamos adelantando sus límites cuantitativos.
La polìtica del gobierno en materia de derechos humanos no ha podido ser esmerilada por el complejo mediático a disposición de la oposición, pero entonces volcaron toda su energía en potenciar otra demanda insatisfecha que sí conviene a sus intereses: la inseguridad. Las organizaciones defensoras de los derechos humanos jugaron decididamente su apoyo al gobierno. Sin embargo, pareciera que el tema de los derechos humanos constituye ahora una “demanda satisfecha” para un gran sector de la población, perdiendo su importancia en el reclamo social y con ello su gravitación electoral.
También contamos a favor con una posición internacional independiente y soberana, latinoamericanista y solidaria con las mayorías populares. Impecable en todos los foros internacionales, con una decisión y audacia que no recordamos en nuestra historia. Pero este factor no parece ser suficientemente ponderado por nuestro pueblo, habida cuenta que el posicionamiento internacional menemista no atrajo en su momento la condena social que merecía. Este sentimiento nacionalista parece reclamar nutrientes más profundas que las disponibles desde hace varios años en el campo de la cultura y la educación popular.
La recuperación de Aerolíneas Argentinas, de empresas de servicios públicos privatizados y de las fábricas militares, de aviones y de explosivos, son pasos significativos hacia el modelo nacional y popular. Pero sabemos que transitamos los primeros pasos y que por tanto no pueden ser mostradas en su plenitud expansiva para lograr su visualización por una población que simultáneamente es sometida al sabotaje mediático por los intereses afectados.
La estatización de la administración de los fondos de las AFJP es otro paso audaz y gravitante en la misma dirección. Pero requiere tiempo y una aplicación directa hacia beneficios materiales, claramente perceptibles por los sectores beneficiados. La presencia de un representante de la ANSES en los directorios de las empresas en que se encuentran invertidos los fondos sólo gravitan en un público iniciado en el manejo de los recursos económicos.
Los beneficios jubilatorios acordados por el gobierno a los sectores más desamparados de la sociedad constituyen un factor de clara incidencia en la consideración ciudadana. Pero así y todo, el piso desde el que se parte para la recuperación de las jubilaciones es tan bajo que obliga a respetar la actitud de gran parte del electorado que depositó más en su voto la magnitud de sus aspiraciones que la medida de lo recibido, aunque sólo sea con este gobierno u otro que profundice la dirección actual que las pueda conseguir.
Respuestas mirando al 2011 y más allá.
¿Qué nos queda de lo dicho y pese a todo lo omitido y lo dado por supuesto? Que la respuesta popular parece más permeable a los datos duros de la economía que a los discursos, las vidrieras de los modelos o la proyección de realidades futuras. Incluso, a las políticas de alianzas. Cuando Perón hizo el 17 de Octubre la sustitución de importaciones ya había succionado del campo a las ciudades los contingentes de trabajadores no sindicalizados que llenaron la Plaza de Mayo y tanto Savio como Mosconi  habían hecho lo suyo para que esas mayorías populares le pusieran contenido a la antinomia Braden o Perón.
Para mover las variables duras de la realidad apelamos a los reclamos permanentes de uno de los representantes más claros del pensamiento nacional, Enrique Lacolla, no por casualidad de las primeras voces acalladas por el complejo mediático durante el conflicto agrario.
Una política estructural de crecimiento sólo puede ser determinada por la afectación de las áreas decisivas en las que se funda el poder de la oligarquía agroempresaria: el área fiscal, con una reforma tributaria que favorezca una distribución más equitativa de la renta y potencie al Estado para llevar adelante un programa de industrialización sistemático; y el ámbito financiero, donde hay que acotar la fuga de capitales en que se ha especializado la Citi porteña.” Un gobierno en la encrucijada. 11/07/09
“la amenaza de regresión socioeconómica que supone la actual situación no puede ser enfrentada sin un discurso esclarecedor y agresivo respecto de los problemas de fondo que aquejan al país. Entre ellos están la pésima distribución de la renta, fruto de la falta de una reforma fiscal progresiva; la carencia de una ley de comunicaciones audiovisuales que permita romper el monopolio de los grandes conglomerados de prensa, propaladores del discurso único del sistema; la necesidad de diseñar un proyecto de desarrollo a gran escala que haga hincapié en la industrialización y la potencie con la creación o la recuperación de una red caminera y ferroviaria; el fortalecimiento de las industrias para la defensa, abandonadas después de Malvinas y que tienen un efecto multiplicador en el campo tecnológico; la generación de una educación provista de elementos atractivos y capaces de dilucidar los problemas del país a partir de una comprensión realista de su historia, y una política sanitaria que llegue a todos los rincones de la nación”
El dilema de Cristina.25/07/09
Tanto Nestor Kirchner como Cristina Fernandez han dado muestras de la audacia necesaria para dar pasos importantes en esa dirección. Nuestra tarea no puede ser otra que apoyar y empujar a este gobierno desde la organización popular para que profundice y apure ese único camino posible. Abusando de Lacolla, este gobierno, “pese a sus errores y renuncios sigue siendo la única autoridad legalmente elegida y es asimismo depositario de una ideología que escapa al discurso único del mercado, para que asuma los deberes que impone la hora. Es mejor ser derrotado combatiendo que deshilacharse en una triste agonía. De una derrota se sale. De una abdicación no.