Marcando la cancha... 29/11/2010

Iniciativa Popular viene sosteniendo el apoyo crítico al gobierno nacional desde que resolvimos salir de nuestros hogares frente a la ofensiva destituyente de los grupos concentrados de la economía y del poder financiero, que decidieron utilizar la reacción provocada por la 125 entre los pequeños productores de la pampa húmeda  para reinstalar el modelo de país que más les cuadra: el neoliberal agroexportador, especulativo e industrial prebendario. Al calor del quintal de soja dolarizada le vendieron su modelo a los pequeños productores y “el campo” a todo el pueblo argentino. De eso se ocupó el complejo mediático, y casi lo logra, como en los viejos tiempos lo hizo Neustadt con Doña Rosa contra el Estado Benefactor..
Pero esta vez un gobierno nacional plantó bandera y dijo este no es el modelo del pueblo. Es el de los grupos concentrados de la economía, el que toma todo y no distribuye nada, el que no derrama ni gotea . Y en lugar de llamarlos para que recuperen el manejo de la economía con los aprendices de Broda y Cavallo, comenzó a rebanarles pedazos de poder: quitándoles el manejo de los fondos de las AFJP, el negocio del futbol, el señorío sobre el Banco Central y a cuestionar frontalmente su  monopolio sobre los medios y el papel prensa. Para colmo, el desendeudamiento público  los dejó sin sus lobbistas externos, FMI y Cía.
Y así quedó el gran toro Cleto en el ruedo, bramando enfurecido con cinco o seis banderillas en el lomo. Y el derrame comenzó a llegar, con las convenciones colectivas de trabajo, los 2.500.000 nuevos jubilados, la asignación universal por hijo.Y todo por ley, democráticamente. Hasta sin mayoría hegemónica en el Congreso.
Por eso decimos que este es un gobierno nacional y popular. A partir de la 125 el gobierno marcó la cancha. Porque además de recuperar la justicia por los derechos humanos y el posicionamiento junto a los gobiernos populares de Latinoamérica, demostró al pueblo que estaba dispuesto a asumir su representación en la puja distributiva.
Y nosotros nos reconocemos dentro de ese colectivo: definimos nuestra pertenencia al campo nacional y popular. No somos gobierno, no formamos parte del gobierno y guardamos nuestra independencia política  con respecto a cualquier referente del kirchnerismo, pero nos reconocemos dentro del  movimiento nacional y popular y apoyamos decididamente la gestión de gobierno que desplegaron los compañeros Nestor Kirchner y Cristina Fernandez, aunque no estemos de acuerdo con todas su medidas y en especial con su forma de construir la participación popular.
Afirmar que fue el gobierno kirchenrista quien marcó la cancha del campo nacional y popular importa reconocer un grado importante de realismo político. Por ahora, y mientras el movimiento nacional y popular pueda sostener este gobierno en el manejo del Estado, el modelo de país se irá diseñando sobre la marcha con las medidas de gobierno que seamos capaces de lograr y sostener. La responsabilidad no será sólo de Cristina. También lo será de todos quienes pretendemos integrar el colectivo desde la participación popular.  
Nunca más que ahora cobra sentido y dimensión objetiva el nombre de kirchnerismo para designar al movimiento nacional y popular que se viene construyendo junto con el gobierno nacional desde el 2003 en la República Argentina. La desaparición de su lider natural, Nestor Kirchner, y el conmovedor acompañamiento popular a sus exequias signan una etapa espontáneamente convalidada por el pueblo  en el camino hacia la recuperación de la justicia social, la independencia económica y la soberanía política de nuestra nación.
Las esperanzas y el compromiso personal puestos de manifiesto en el afecto popular expresado a nuestra compañera Cristina abren una nueva etapa en ese ancho camino en que los buenos vientos parecen indicar que ella será la conductora, el rumbo será la profundización de las medidas nacionales y populares  y su motor la participación popular, con una juventud que irrumpe expresando la intención de hacer política para construir la patria grande.
La importancia de demarcar el colectivo que se integra radica en la necesidad de legitimar la pertenencia y evitar las discusiones estériles. La pertenencia al colectivo del movimiento nacional y popular es posible desde distintas identificaciones políticas o históricas. Cada uno puede hacerlo con su origen como peronista, radical, socialista o comunista. Cada uno trae su orgullo de pertenencia en el pasado a cada uno de esos movimientos políticos que actuaron sobre la realidad nacional. Otros no han tenido tiempo para cargar sus mochilas y vienen ligeros de equipaje.
Pero todos saben que no pueden integrar ese colectivo por su sola pertenencia a una identidad histórica, política o ideológica.  Porque deben reconocer que en el curso de la historia, sea desde el gobierno o sea desde la oposición cada una de esas identidades traicionaron los intereses populares, sea con Menem, con  Cavallo o con la Unión Democrática, con la obediencia debida y el punto final o con los indultos. Convalidando la proscripción popular o el Navarrazo, el golpe del 55 o el golpe del 66.  Se pueden discutir las circunstancias y abundar en mayores o menores explicaciones pero no hay alfombra  que pueda tapar las defecciones y traiciones.
Debemos aceptar que lo que nos justifica como hombres y mujeres dispuestos a compartir el destino del pueblo es lo que hacemos durante nuestra vida, no las utopías del futuro ni la gloria del pasado. Y para eso debemos volcar toda nuestra capacidad, nuestro esfuerzo e inteligencia, para incidir sobre la realidad procurando las medidas más favorables posibles a los intereses populares y, una vez conseguidas, sostenerlas y profundizarlas. Con el entendimiento y los riñones de Jauretche: o sea aunque no sea mi criatura y aunque no sea el premio mayor.
¿Qué sentido tiene discutir sobre la sociedad del futuro o la realidad del pasado, cuando los grupos concentrados de la economía y toda su parafernalia mediática apuntan sus cañones contra las conquistas populares? ¿Mientras ellos operan con un ojo en Honduras y otro en Ecuador, nos embarcaremos en discusiones estériles sobre la sociedad del futuro o las culpas del pasado? La identificación con la mejor sociedad del futuro no nos evita dormir con el enemigo. Desde la izquierda declamativa y reclamativa se puede terminar en Palermo con la Sociedad Rural o en el Congreso, con  la Oposición A.
Por eso es que antes de entrar a este colectivo marcado ahora por el kirchnerismo  es importante separar la paja del trigo para sembrar lo mejor de todos nosotros en  el campo nacional y popular. Con todo el orgullo por los respectivos aciertos del pasado pero con la suficiente entereza para reconocer los defectos propios y virtudes ajenas.
Pero Nestor marcó la cancha. La raya está trazada. Y no pueden pretender sumarse alegremente a este colectivo quienes han venido desde el 2003 hasta la fecha tomando partido en contra del gobierno nacional, o sea del proyecto nacional y popular llamado kirchnerismo, en cada oportunidad en que fue puesta en la mesa de discusión el conflicto de intereses que apuntalan cada uno de los modelos en pugna. No queremos más Cletos Cobos ni José Manuel de la Sota. ¿Podemos convocar a la nueva juventud que exige participar en la nueva política con esos referentes? Por el ancho camino no se transita con el lobo, aunque se vista de cordero.
O afinamos nuestra sintonía  para identificar los límites del ancho camino nacional y popular o terminaremos transitando los delicados atajos de la claudicación. El 2011 está a la vista: un camino lleva a Cristina, la consolidación y profundización de las conquistas alcanzadas, el otro a Magnetto-Biolcati y la restauración neoliberal, cualquiera sea el disfraz que se utilice.