Por Aurelio Argañaraz
Publicado en el diario “Comercio y Justicia” el 23 Agosto 2010
Hace unos días, una mujer comprometida con el proceso que encabezan Néstor y Cristina, ante la posibilidad de que el kirchnerismo quiera mejorar su performance en 2011 por medio de un pacto con De la Sota y Cía., me decía: “Es preferible perder con dignidad”.
Inversamente, aquellos que defienden la posición pactista (exceptuando aisladas defensas a De la Sota, hechas en nombre del rechazo a un eventual triunfo de Aguad) alegan, como “realistas”, que lo importante es triunfar… en el orden nacional. La postulación “principista” ignoraría, para esos pragmáticos, las consecuencias terribles de una eventual victoria de la oposición conservadora; algo que será fatal para el país y se proyectará a Latinoamérica, con grave retroceso de la causa continental. Una afirmación, esta última, que compartimos todos, pero cuyo dramatismo, por justificado que sea, no debería paralizar toda reflexión, incluida aquella es necesaria para ponderar la consistencia de un cálculo electoral, con la serenidad que exigen las grandes batallas.
A nuestro juicio, si se atiende a los hechos (la única verdad es la realidad, nos recuerdan los peronistas, cuando reflexionamos “demasiado”), la posición “realista” peca de ingenua. Da por sentado lo que debe probar: 1) la disposición de De la Sota a establecer ese pacto, en términos aceptables y beneficiosos para Kirchner; 2) su capacidad efectiva para hacer que su clientela, fundamentalmente antikirchnerista, vote por el candidato presidencial del oponente, contrariando la orientación de los sectores que apoyan al ex gobernador, que transformó bajo su influjo el PJ local en un núcleo conservador que obtiene sus votos en el interior sojero y ha destruido su aptitud para expresar al electorado obrero y popular de nuestra provincia. Sus bases de apoyo más firmes, su aparato y sus funcionarios odian a los K y De la Sota es consciente de esa situación, que lo reafirma en su orientación conocida y consecuente de figura de la derecha, que lo ha caracterizado en toda su trayectoria. Estamos aludiendo a la ideología del personaje, a una conducta coherente en sus apreciaciones e inclinaciones (“Las madres de los desaparecidos debieron cuidar a sus hijos”, es un ejemplo paradigmático) y a circunstancias que proveen un marco de referencia que cualquier político debe atender, para no perder el pan y la torta.
Observaciones, éstas, completamente ignoradas por los pretendidos “realistas”, que por subestimar la coherencia y el sistema de fidelidades que determinan al liderazgo, por más fuerte que éste sea, no deberían incapacitarse para analizar seriamente, como auténticos hombres prácticos, la experiencia desastrosa de los acuerdos electorales que se ensayaron anteriormente, de 2003 en adelante, desechando la tentación de manejarse con ilusiones. No existen motivos para dar por comprobado lo que es improbable, también en este caso: la reciprocidad delasotista, su disposición a votar a Kirchner en las nacionales a cambio del apoyo a sus candidatos en Córdoba; todo bajo el paraguas de una aclamada y mentirosa “unidad del peronismo”.
El rechazo genérico a “los pactos con el enemigo” suele distinguir a las posturas ultristas y va acompañado de cierta incapacidad para resolver situaciones de relativa debilidad. No se puede desconocer que, en ciertos casos, para salvar lo principal es obligatorio no combatir en todos los frentes al mismo tiempo, hacer concesiones y tragarse un sapo. Sin embargo, nadie, salvo que la desesperación lo induzca al error o la impericia lo lleve a cometer una torpeza, ha de buscar acuerdos o hacer concesiones difíciles de explicar a la militancia y al pueblo sin alguna garantía de no acabar timado, por creerse un vivo.
Hechos, contra los números de una fantasía
Es importante señalar que, hasta el momento, lo que va del partido lo gana por goleada el ex gobernador. Mientras el kirchnerismo hipoteca todo su prestigio ante un amplio público nacional y progresista -que no aceptará un pacto contra natura- y frena el impulso de sus avances recientes en los sectores medios, De la Sota conserva la sangre fría y nada arriesga a favor del arreglo, logrando que los costos los pague el otro. No sólo eso. Para animar a sus amigos y sacarse de encima los reproches del antikirchnerismo, concurrió a la cita del inefable Bergoglio y se dejó fotografiar con Chiche Duhalde.
Sin demasiada estridencia, con bajo perfil, para no desatar la ira de Kirchner y mantener en la gatera al kirchnerismo de Córdoba, que no lo ataca, no ha dudado en ratificar cuáles son los actores y socios verdaderos, para salvar su prestigio de conservador y enemigo del actual gobierno. Como es obvio, no hará, mientras pueda, ninguna declaración o ningún gesto que contradiga definitivamente las expectativas pactistas que benefician su juego y logran paralizar, por el momento, al contrario.
El liderazgo K, por su parte, es víctima de una visión que ignora la magnitud del electorado independiente y cree que los partidos, tal como era antes de 2001, siguen teniendo “la vaca atada”. Esa falta de conciencia sobre un dato trascendental de la realidad del país le ha costado al kirchnerismo serios reveses. Más realista en cuanto al vínculo con sus huestes, sin hacer ola, De la Sota dio un mensaje tranquilizador: “No se preocupen, amigos, el gallego, aunque no haga ruido, está en lo de siempre”.
La piedra fundamental del cálculo delasotista es, sin embargo, el manejo del almanaque. Veamos: las internas abiertas, en el ámbito nacional, están previstas para el mes de agosto y las elecciones nacionales para octubre. Con el puñal escondido De la Sota quiere, en Córdoba, elecciones internas (pretende lograr que Accastello concurra, convalidándolas) para el mes de marzo y culminar en julio con las elecciones provinciales (algo que Schiaretti ha puesto en duda el jueves pasado). ¿No es suficiente para advertir que se libera de toda reciprocidad y que una vez realizadas las elecciones cordobesas podrá hacer públicas sus verdaderas preferencias, en agosto y en octubre de 2011?
Recordemos las elecciones de 2007, para no tropezar con la misma piedra. Planificadas hasta en el detalle para burlar a todo el mundo, las maniobras delasotistas burlaron a Juez pero también al kirchnerismo: cuando Schiaretti ya era gobernador electo, De la Sota salió a ventilar por los diarios sus críticas a Kirchner y su política económica (las retenciones a la soja, etcétera). Un mes más tarde, complicado el kirchnerismo por las verosímiles denuncias de fraude en Córdoba, que movilizaron a multitudes en la capital provincial, la candidatura de Cristina pagaba caro el precio de la complacencia hacia el “aliado”. ¿O nos olvidamos ya de que concluyó así la famosa táctica de “las dos canastas”, que preveía acumular los votos de Juez y De la Sota en las nacionales para llegar a un fantástico 65 por ciento?
No mejoró las cosas el frente con Ruitort, el año pasado. La “aliada” hizo por separado “su campaña”, destiló veneno contra el Gobierno nacional, no aportó un voto y generó muchas dudas en algunos sectores próximos al gobierno. Personalmente, me sentí obligado a dar una respuesta que salvara la situación, tratando de persuadirlos de que se “taparan la nariz” ante esos candidatos y dieran de todos modos su voto al kirchnerismo, en una asamblea de Carta Abierta.
Como táctico, desde 2003 hasta hoy, es lamentable reconocerlo, pero más lo sería que vuelva a ocurrir, De la Sota ha sido más astuto que Kirchner, en la pelea por extraer todas las ventajas y entregar a cambio trofeos de hojalata y promesas incumplidas. Esta vez, hasta ahora, mantiene vivas las esperanzas de su enemigo. El liderazgo provincial y el activo del kirchnerismo no pueden aprovechar, bajo ese marco, el franco resurgimiento de un apoyo social que busca expresarse y que no será arreado a un pacto tramposo, que desmoviliza al conjunto de una militancia potencial, afín a fenómenos como 678 y Carta Abierta; gente que se reúne en las plazas y en los pueblos, que desconfía y rechaza los arreglos oscuros y quiere que reconozcamos de una buena vez que el desarrollo propio, más posible que nunca, será obra de nuestra claridad, de la movilización de la militancia y del alimento que brindemos a una juventud dispuesta a trabajar en el espacio, para defender el curso que sigue el país y profundizar las realizaciones iniciadas en 2003, jugándose con toda energía para integrar a Córdoba en el proyecto nacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario