lunes, 9 de noviembre de 2009

PIQUETEROS

Gentileza de los compañeros Raúl Arán y Caco que hacen el programa La Minka.
Editorial leída por Carlos “caco” Fernández en el micro “Puntos de vista” del programa “La minka” que se emite los domingos de 9 a 12 por FM 102.9 y www.gospel1029.com.ar/online.htm y en diferido: http://laminkaradial.blogspot.com/

No hay ningún reinado mediático del “Mal” que no tenga competencia. En estos días Milagro Sala, una joven militante social jujeña, se ha transformado en revelación piquetera. Tras la mendaz acusación de haber escrachado al jefe radical Gerardo Morales, ha pasado a disputarle a Luis D Elia su maléfico cetro. Es que Milagro Sala, por su género y su currícula no prístinas, parece tener los atributos necesarios como para ingresar en el universo de las estrellas manchas, de las protagonistas sospechosas, y como tal es ferozmente consagrada por la jauría predadora de pobres. O de rebeldes.
El otro día, cuando en una entrevista radial que le estaba haciendo Victor Hugo Morales, el periodista Daniel López intervino maliciosamente insinuándole a Milagro un supuesto pasado de adicciones, Víctor Hugo lo paró en seco: “Ese tema”, le dijo, “no tiene nada que ver con la entrevista”. De todos modos y aunque Milagro no eludió la pregunta y la respondió con hidalguía y categóricamente, la contumaz pretensión del periodista de estigmatizar a la militante social enseguida tuvo competencia: No fueron pocos los “periodistas serios” y políticos mediáticos que se sumaron al marrano intento de Daniel López. Es que la bellaquería es lo primero que fluye cuando la crispación domina el estado de ánimo, y fue así como los multimedios y algunos caraduras de la oposición, descubrieron arsenales escondidos y al acecho en las taperas de Jujuy. Y ya que estaban, tambien los detectaron en el conurbano bonaerense, donde, según Elisa Carrió, “los villeros están preparando una emboscada a la gente del campo cuando ésta realice el tractorazo en la Avda. 9 de Julio”. Es que según el relato en escena, un piquetero indócil y travieso equivale a una mezcla de Lobo Feroz y taliban kirchnerista.
Esta nueva embestida mediática contra las organizaciones sociales, o de base, se produce desde la lente de otra cultura, de otros estándares; esos donde la trampa, en lugar de justas reivindicaciones que dejan huellas barrosas, originan injusticias cometidas con guante blanco.
Es que ya impotentes, desorientados y temerosos como el cazador que cree haber cobrado una pieza pero cuando va a buscarla no la encuentra, injurian y estigmatizan al más vulnerable socialmente, contando para ello con el sustento político y económico de los poderosos y la aquiescencia de una parte de la sociedad medio pelo y muy estúpida.
Un airecillo furioso amenaza extenderse hacia -y contra- las organizaciones y movimientos sociales irreverentes, puntualmente llamadas “piqueteros”.
El piquetero es una réplica callejera del gaucho matrero de las Montoneras, la versión moderna del impío descamisado del 45 antes de ser sometido brutalmente por sucesivas dictaduras militares y gobiernos civiles de corte liberal. Los piqueteros no posan de puros. Son morochos y tienen malos modales. Frente al periodismo, su modesto lenguaje puede traicionarlos. No marchan a hacer ofrendas a la virgen de Luján, van a las casas de gobierno y a los ministerios a exigir sus derechos. Sus bombos y tambores no son de teflón ni cantan el himno por cualquier menudencia.
Fue el caliente conflicto de Kraft-Terrabusi el que expandió y acentuó la sensación de amenaza proletaria. Y el exquisito pánico burgués afloró sin tapujos. Aterrados opositores, crispados, temen que al “caos” por el corte de calles le siga la insurrección antiempresas. Milagro Sala, Luis Delia, Emilio Pérsico, Jorge Ceballos, Edgardo Depetris y tantos otros, junto a algunos dirigentes sindicales de la CTA y la CGT, encajan en ese modelo. Es por eso que a una parte de la sociedad y a los medios no les gustan, y en cambio les encantan los De Angeli, Bussi y los autoconvocados. Y ni que hablar de los Biolcati, el Rabino Bergman y la longeva Mirta Legrand.

Y si. Hay gente a la que no le gustan los piqueteros. Tampoco le gustan los cartoneros ni los villeros. Ni los manifestantes, los desocupados y los militantes en las calles. Según el relato de los medios a una parte de la sociedad no le gustan. Tampoco le gustan los gremialistas ni los agremiados; ni los vendedores ambulantes ni los jóvenes que toman cerveza en las esquinas ni los travestis ni las chicas que frecuentan las madrugadas. Tampoco le gustan los hinchas de fútbol y los que viajan colgados de los trenes. Ni los que viven y duermen en los umbrales. No le gustan. Y si. No le gustan los mendigos, los bailanteros ni los inmigrantes pobres. Tampoco las adolescentes embarazadas ni los que aprueban el aborto. No le gustan los que protestan, los que invaden las calles, los que tocan el bombo, los gronchos y los grasas, los morochos y remorochos. Ni los que usan pasamontaña y los que tienen aspecto desarrapado. Ni los estudiantes que hacen sentadas ni los que en vez de estudiar hacen asambleas. Tampoco les gustan los empleados públicos ni los docentes cuando hacen paro.

Y si. A cierta gente no le gustan los pobres. Por suerte hay muchos a quienes no les gustan los que tienen el gusto tan refinado.

1 comentario:

  1. Felicitaciones al compañero de Río Cuarto por la sesuda reflexión sobre una realidad que no reproducen los "Grandes medios".
    Al contrario, cada día éstos tratan de estigmatizar más el trabajo de los movimientos sociales.
    "Ladran Sancho" . . . y eso es muy bueno.
    Un saludo cordial
    Delsio

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