sábado, 19 de febrero de 2011

La parábola de Mariano . . .

Opinión                                                                              por Delsio Evar Gamboa
Hay vidas que son más despreciables, que la más despreciable de las muertes . . .

             Vendría a ser el álter ego de Leopoldo Lugones, y no por poeta precisamente, sino por la autoría de las proclamas militares, apuntalando -como aquél-, las más nefastas ideologías golpistas.
Ya no hay remiendo ni zurcido que aguante. Su caperuza hace mucho que ha empezado a deshilacharse. A la vista quedan las cicatrices faciales de su indisimulable hipocresía, y emerge desnudo hasta los tobillos el auténtico personaje: el subsecretario del Interior de José María Guido -un títere de los militares golpistas que depusieron a Arturo Frondizi-, el autor intelectual de los tristemente célebres bandos del Gral. Onganía -al derrocar al presidente Arturo Illia-; el que apoyó e instó a López Rega para que continuara su “tarea” con las Tres A, “que pronto vendrán “otros” a terminarla”; el amanuense de los genocidas de la última dictadura; el apólogo serial en el que todas las formas autoritarias hallaron y hallan cada vez más, siempre el irrestricto apoyo, tanto en su dialéctica como en su prosa rentada, eso sí, pedagogizando con abundantes citas de los clásicos griegos -en latín, por supuesto- o de Ortega y Gasset, su filósofo de cabecera, de modo de asegurar el necesario sustento “académico”, siempre con ademanes de predicador, y soflamando falazmente como en una misión sacerdotal y redentora, desde su inefable estrado profesoral.
Mariano Grondona, quién sino, que como director de la revista interamericana “Visión”, en su momento saludó alborozadamente, y ponderó “la aséptica revolución” del 24 de Marzo de 1976, haciendo un elogio desmedido de la “profesionalidad” de Videla. Ahora, desde su columna, que comparte con Joaquín Morales Solá -del mismo plumaje aunque en versión “seria”, no por conducta sino porque no se ríe nunca- en el diario La Nación, -el Decano del conservadurismo reaccionario, conspirativo, antipopular y añorante de la Generación del 80 y la Década Infame, que usufructuó en su provecho, al igual que Clarín, la expropiación de la Empresa “Papel Prensa” por Martínez de Hoz para, a cambio, apuntalar periodísticamente al Proceso- que los tiene, a ellos digo, que no a Martínez de Hoz, como francotiradores vedettes de tiempo completo contra el gobierno, y aunque el pasado los condene, se presentan como íconos de la libertad de expresión, al igual que otros tantos mercenarios de la opinión. ¿De qué periodismo independiente hablan, si responden a sectores bien identificados y a los intereses monopólicos de la corporación periodística de la que son escribas? . . .  Allí Grondona -como si quisiera saltar el cerco de púas que rodea su conciencia- ofende a la primera persona del plural cuando afirma en un cínico mea culpa que, “ni los observadores de entonces imaginábamos la catástrofe que se avecinaba” refiriéndose al golpe de Estado. Queda bien claro que Grondona no era un “observador” sino un “protagonista”. Como asesor consuetudinario de golpistas y usurpadores del poder; no necesitaba “imaginar” lo que, por su condición de “erudito”, tenía obligación de saber, porque hasta el más despistado conocía lo que ocurría.
            Lo cierto es que muchísimos argentinos -mucho más comprometidos que “observadores”- tal vez no mejores, pero no peores y sí, claramente distintos, vaticinaron en su momento el inevitable carácter terrorista de la dictadura que sobrevino al golpe, y alertaron con angustia a esa gran proporción de civilidad pasiva que se informaba con “Gente” -la revista frívola del Proceso- y que dirigía el “democrático” Chiche Gelblung.
            Pero Grondona, que invoca haber integrado ingenuamente el coro de la “imprevisión política”, no puede ocultar hoy su pertenencia absoluta al bando genocida y sus socios, los poderes fácticos y la corporación de medios monopólicos. Para él, no hubo aquí un verdadero Ejército de Ocupación, y su lógica contrapartida, una lucha por la liberación, -como los Maquis en Francia y los Partisanos en Italia contra la invasión Nazi- no, para su lacayo criterio, la opción terrorista de las fuerzas armadas apenas fue, un  “mimetismo” provocado por la “subversión marxista”, que sólo mereció reproche “a partir de Marzo de 1976, porque hasta ese momento, cuando reprimían a los subversivos, lo hacían por orden de un gobierno constitucional”. ¿Ignora el sesudo catedrático que en otros países civilizados ante similar situación, no fue necesario ningún golpe de Estado? No es bueno tener que estar recordando este tema, pero peor es que se lo olvide.
            Mariano Grondona, rendido admirador de Pinochet al que no le cuestionó jamás que hubiera “desaparecido” y asesinado a más de cuatro mil chilenos, declaró, con la misma boca con que bebe y come el cuerpo de Cristo todos los domingos, en asperjada comunión y con arrobada profusión de piadosa fe cristiana, que aquellos crímenes fueron algo normal porque “estaba entre las reglas del juego”. Eso sí, hace poco, reveló que se sintió defraudado al enterarse que el Dictador chileno tenía cuentas millonarias y toneladas de oro en el exterior . . .
Desde su desestabilizador programa televisivo “Hora Clave”, donde recala toda la lacra del Proceso y la derecha más cerril, además de trasnochados consectarios y provectos obsecuentes que constituyen su habitual “elenco estable”, y que añoran la época de la “mano dura”, supo mediatizar la esclerosis de Fernando Ciro y su mujer Elena Cruz, a la nazifascista Cecilia Pando, a la porno-dirigente filoprocesista Karina Mujica -alias Valentina- y ahora a otros de idéntico pelambre, como los impresentables opositores del Grupo A, patéticos campeones de la ética y la moral, ineptos para todo, menos para la maldad, que pontifican con una sobreactuada ostentación de fe democrática, haciendo indisimulada apología del golpismo,  el Terrorismo de Estado y el genocidio. 
Cuando ya nadie ignora la participación policial y militar en la represión ilegal, y el carácter instrumental de la dictadura y sus socios civiles y eclesiásticos para imponer un plan económico antinacional que nos hipotecó de por vida, -del que gracias a Néstor y Cristina estamos saliendo- cuando han quedado bien en claro la cobardía y las pérfidas intenciones por las que además, nos llevaron a una guerra absurda, que la tuvieron que pelear y morir los chicos, mientras los generales, sobrecargados de entorchadas charreteras y condecoraciones obtenidas con “coraje y valentía” detrás de sus escritorios, la escuchaban cómodamente por radio; Marianito sigue sobreactuando su “mesura filosófica” para elucubrar en alambicadas “conclusiones” su siempre edulcorado apoyo a los actos más siniestros del Terrorismo de Estado. Con una falacia que las comillas no alcanzan a disimular, sostiene que las fuerzas armadas ganaron la “guerra” pero “perdieron la paz” porque hoy, en nombre de la justicia, “se ejerce la venganza”.
            Ganar la paz, en su perversa lógica, hubiera sido asegurar la impunidad que ya empieza a desmoronarse, gracias a un gobierno popular que impuso los Derechos Humanos como Política de Estado y aquellos que durante más de treinta años de lucha abnegada, de memoria terca, y de dignidad recuperada lo están haciendo posible. Y son los que detrás de esa demorada, pero siempre oportuna reivindicación, no alientan el odio y la venganza que imaginan con mezquindad los Grondona, los Morales Solá y otros de igual desvergüenza -porque llegado el caso, ellos sí que lo harían- sino el amor por la vida, por la verdad y por la justicia. Algo que a los que aún piensan como ellos, poco les importa . . .
            Ayer, golpista declarado y veterano de mil obsecuencias. Hoy, conspirador convicto y confeso, sin ningún rubor y en impúdica impostura que, como un moderno fariseo en su templo mediático y para una incauta feligresía, todavía pontifica y dicta cátedra sobre las mieles de “Su Democracia”. No obstante, - pese a la plena vigencia de las libertades públicas- dice que tiene miedo de vivir en este país. Y en eso es consecuente con su visceral ideología antidemocrática: él siempre vivió mucho mejor y más seguro durante las dictaduras y rodeado de genocidas . . . 
Pero, sabido es que más temprano que tarde, parafraseando a Los Olimareños . . . ¡Si no lo desnuda el viento, lo va a desnudar la historia!
           
Laborde. Cba. 

3 comentarios:

  1. Te aplaudo de pié, luego te abrazo!!!
    Un artículo que me hubiese encantado escribir, tantas verdades tan bien descriptas, con tanto análisis certero y contundente. Muy bueno. Un besazo!

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  2. Muchas gracias por tus generosos elogios querida Su.
    Hay que ir sacándoles la careta a estos nefastos personajes que tánto daño nos han hecho.
    Y la mejor manera es ésta en la que todos nos podemos expresar.
    Otro beso y un fuerte abrazo.

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