sábado, 18 de diciembre de 2010

Al César lo que es del César

Difundimos nota de Salvador Treber, públicada en La Voz. Números de la Deuda Externa hasta el arribo del cro Néstor, y el análisis sobre su capacidad de maniobra y acción. A leer por la pluma de Treber.

La personalidad del fallecido ex presidente Néstor Kirchner era de las que generan adhesiones y enconos. Temperamental, impulsivo, hiperactivo, directo y, a veces, bastante agresivo en sus expresiones, Kirchner defendía con pasión sus convicciones y no cesaba ante los obstáculos para llevarlas adelante.
No es todavía el momento oportuno para discutir –con serenidad y despojados de parcialidad– lo que ha significado su gestión en forma global y extraer conclusiones objetivas sobre lo que dejó.
Lo cierto es que en los cuatro años de su mandato (2003-07), el Producto Interno Bruto (PIB) creció en forma acumulada nada menos que 52 por ciento, que, además de recuperar una caída previa de 20,9 por ciento del trienio 1999-2002, permitió comenzar a escalar a un ritmo tal como nunca había sucedido. Traducido a números, ese fuerte envión, que aún perdura, se refleja en que en los últimos ocho años hubo una expansión de la economía de 89,6 por ciento, desconocida en los últimos 100 años.
Para unos, en elevado grado, es un mérito incuestionable de la conducción gubernamental que imprimió su impulso; para otros, apenas efectos inducidos y generados por un favorable “viento de cola” –tanto en cuantía como en precios– que han beneficiado circunstancialmente la colocación de nuestros excedentes exportables.
En evaluaciones notoriamente divergentes no sólo gravitan factores de concreta medición, sino, muy especialmente, subjetivos y emocionales, sobre cuya posible certeza tampoco es tiempo para dilucidar cuál es el enfoque más cerca de la verdad.
Deuda externaEn cambio, en la evolución registrada en materia de deuda externa no cabe duda de que ha tenido un protagonismo decisivo. Los resultados y la modalidad con que se manejó en esa crucial emergencia, que jaqueaba la marcha de toda la economía, fueron un éxito total.
Para advertirlo, cabe revisar la historia de su piramidal incremento entre 1976 y 2005. La misma comienza a elevarse velozmente en los más de siete años del proceso militar de 1976 a 1983, al pasar de 7.800 millones a 43.500 millones de dólares, es decir, multiplicándose casi por seis. Sobre ese período, el anuario 1983 del Banco Mundial emite un juicio lapidario: no menos de 28 mil millones se contrajeron sin necesidad alguna y sólo sirvieron para facilitar la salida de utilidades convertidas previamente en divisas, 
en especial del sector financiero.
Durante el gobierno de Raúl Alfonsín (diciembre de 1983-mayo de 1989), la precitada cifra subió a 57.500 millones, que implica un ascenso de más de 30 por ciento, sustentado en la capitalización parcial de intereses que no se pudieron pagar en cada ejercicio fiscal debido a las altas tasas internacionales, que llegaron a 20 por ciento anual.
Pero el “salto” más espectacular de la deuda externa pública se verificó en los 10 años y medio de la administración de Carlos Menem. En 2000, pese a haberse vendido las principales empresas del Estado al capital privado para amortizarla, alcanzaba la astronómica cifra de 124.500 millones, o sea, un insólito incremento de 116,5 por ciento.
La creación de las administradoras de fondos de jubilaciones y pensiones, hacia las cuales se desviaron los ingresos provenientes de los aportes de los afiliados, lo cual desfinanció al sistema público, fue compensada tomando créditos externos por 40 mil millones. Otro tanto se convino para cubrir el déficit de las cuentas externas, con fuertes desequilibrios debido a la vigencia del “uno a uno” o “convertibilidad”, que estimulaba todo tipo de importaciones.
La herencia recibidaLas cinco fugaces presidencias que se sucedieron luego hasta mayo de 2003 tomaron 28.500 millones adicionales a cualquier costo, con lo cual se llegó en 2004 al tope máximo de 152.992 millones. Esa era la situación cuando asumió Néstor Kirchner, con el agravante que uno de sus antecesores –que ocupó el sillón de Rivadavia sólo siete días–, en forma solemne y tono triunfal, proclamó ante la Asamblea Legislativa eldefault . Ese acto, que su desinformación técnica e ingenuidad provinciana no alcanzaron a medir, implicaba un audaz desafío al poder financiero internacional, el cual nunca habría de perdonarnos.
No obstante, mediante una audaz operación, Kirchner logró la renovación de la deuda con una quita del 67,5 por ciento sobre los importes adeudados, aunque respetó en su totalidad la de los créditos provenientes de organismos y asociaciones internacionales. Ese elevado porcentaje de rebaja es, por mucho, el más alto logrado en la historia financiera del mundo, ya que en los demás antecedentes no se pudo llegar ni a la mitad de esa quita.
A ello se debe agregar la cancelación total, en un solo pago, de lo adeudado al Fondo Monetario Internacional (FMI) –9.850 millones–, que se concretó utilizando reservas extraídas del Banco Central, con lo que se buscó evitar en el futuro la imposición de programas recesivos por parte del organismo.
De esa forma comenzó el ejercicio 2006, acotando la deuda pública en moneda extranjera a 68.500 millones, mientras la contraída por el sector privado se ubicaba alrededor de los 55 mil millones. Es evidente que desde ese momento empezó una nueva etapa, sin grandes problemas en ese aspecto y con decrecientes tensiones, libres de las habituales asfixias que habían hecho muy problemático programar o proyectar la economía y la consolidación de las empresas.
En la actualidad, asciende sólo a 44.560 millones de dólares. Lo que antes era una enorme y traumática carga, que condicionaba el manejo de las grandes variables, ya no incide ni afecta la actividad, sustentando las expectativas de expansión para los años futuros.
Y esto ha tenido como cerebro y ejecutor a Néstor Kirchner, que sólo por ello se ganó una página en la historia grande del país. Al César, lo que es del César.

Salvador Treber es Profesor de posgrado de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNC

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