martes, 29 de junio de 2010

Afianzar el sujeto social, 1er parte

Charla a cargo del Dr. Lucio Garzón Meceda pronunciada el 6 de Agosto de 2009 en el 42 Congreso de la Federación Argentina de Trabajadores de la Imprenta, Diarios y Afines- FATIDA- Realizado en Villa Mirador del Lago- Bialet Massé- Sierras de Córdoba.


Buenos días. Para los más viejos me voy a presentar, porque los más jóvenes me conocen, pero los viejos no. Soy abogado, algún defecto hay que tener, desde 1955. Inicié mis tareas profesionales inmediatamente, en el 56´, justamente cuando empezaba una etapa muy interesante, a veces olvidada, que fue la resistencia de los trabajadores argentinos y de la ciudad de Córdoba, por supuesto, frente al gobierno que se llamó la Revolución Libertadora, en el 55´. Hice mis primeras armas en el 56´ y en 1957 los gremios de Córdoba, fue la primera CGT normalizada del país, todavía bajo el gobierno militar, en esa CGT, fui designado Secretario de Prensa de la CGT de Córdoba.
Hicimos acá cerca en La Falda, en octubre del 57´, un Congreso de Delegaciones Regionales que aprobó un programa de los trabajadores que se llamó el Programa de La Falda y seguí siendo abogado de los gremios cordobeses hasta 1975, 74/75, ya cuando comenzaron a operar las tres A en el 75, intentaron 2 veces asesinarme, pero como soy hincha de Belgrano de acá de Córdoba me salvé siempre.
Bueno, después hubo dos atentados más e incendiaron mi estudio, estaba en el centro, y bueno, después me exilié, estuve 8 años exiliado, en Francia, ahí hice algunos estudios para entretenerme un poco esos 8 años. Volví en el 84´ y empecé a hacer lo que sabía hacer, cebar mate a las conducciones, a las Comisiones de los cuerpos de delegados y de las Comisiones Directivas, y sigo cebando mate…
Bueno, vamos a hablar un poco de cómo ve éste que les habla la realidad Argentina, la realidad de las organizaciones sindicales, los desafíos que tienen hoy los Sindicatos, sobre todo las conducciones internas, delegados y conducciones directivas, y de los sindicatos de primer grado y de los organismos nacionales.

1970- Contexto de crisis petrolera- Debilitamiento de las organizaciones sindicales
Como una introducción, me parece interesante precisar, desde que se produjeron dos grandes huelgas petroleras en el mundo en los años 70´, que aumentó enormemente el precio del petróleo y eso derivó a que todo el sistema capitalista, el mundo capitalista, viera aumentar sus costos generales de producción por efecto del aumento del precio del petróleo.
Y esa crisis petrolera de los años 70´ llevó a, en general, los que más o menos dirigen la economía mundial, considerasen que era preciso bajar los costos y entre uno de los costos que debían bajar era el costo del trabajo. Lo que desató, a partir de esa crisis petrolera de los años 70´, una gran ofensiva contra los sindicatos.
Como el objetivo era reducir el costo del trabajo, esa ofensiva tenía por efecto debilitar las organizaciones sindicales de forma tal que no tuvieran la fuerza suficiente para negociar y discutir condiciones de trabajo, condiciones sociales y condiciones salariales. Y comienza, simbólicamente, podríamos identificarlo con la presidencia de Reagan en los EEUU y de Margaret Thatcher en Inglaterra, que lanzan una ofensiva en el campo material concreto de cada uno de los países del norte, de los países más desarrollados, a lo que se comenzó por llamar la flexibilización de las condiciones de trabajo y la flexibilización de los salarios.
En esa ofensiva, que comienza fundamentalmente en los EEUU con la presidencia de Reagan y en Inglaterra con Thatcher, va a llevar a que, en general, los Sindicatos del mundo, de los países altamente desarrollados, entren en un proceso de crisis, proceso de crisis del que no han salido todavía y de alguna manera ha repercutido, como lo vamos a ver más adelante, en nuestro país.
Esa crisis sindical que se produce en los Sindicatos estuvo orientada desde esos dos grandes centros, EEUU con Reagan e Inglaterra con Margaret Thatcher, a establecer de alguna manera, poner en duda si realmente en el estado actual de la sociedad, estamos hablando de los años 80´, realmente los sindicatos tenían alguna función importante todavía que cumplir.

Recursos humanos como reemplazo de los sindicatos
Y esa pregunta se la hacían con una respuesta, que en realidad, dadas las condiciones en que estaban las sociedades de esos países desarrollados, era muy poco lo que los sindicatos tenían para dar a la sociedad y a los trabajadores. Y para eso articularon mucha gente, en el plano económico, en el plano de la legislación laboral, que simbólicamente uno podría marcarla como uno de los objetivos en la creación de lo que se llamó en los años 80´, y aún se llama, (fue tomado en todo el mundo) “los recursos humanos”.
Y aparecieron en todos los países y en todas las fábricas y en todos los talleres, donde antes había un jefe de personal que era un poco “la voz del amo” para reprimir un poco a los trabajadores, empezaron a aparecer las gerencias de recursos humanos, cuyo objeto fundamental era sustituir en el lugar de trabajo el rol que habitualmente cumplían los Sindicatos, con el siguiente planteo: los sindicatos tienen poco que darle a los trabajadores y mucho más tienen para darle posiblemente en la resolución de sus problemas cotidianos las propias empresas.
Para lo cual crearon las gerencias de recursos humanos que tenían por objeto hacer una política de “ablande” en la conciencia de los trabajadores, haciéndoles ver que en lugar de recurrir al Sindicato, recurrieran cuando tuvieran un problema a la gerencia de recursos humanos. Eso hoy se ha generalizado. Ya no hay más gerencias de personal casi, casi todas las empresas, grandes, medianas y chicas, aparece esta denominación más elegante que es la gerencia de recursos humanos.
Cuyo único objetivo, aunque no lo digan, es delimitar la acción del Sindicato, es procurar sustituir al Sindicato en la idea, en la cabeza y en la conciencia del trabajador, y de esa manera irlo debilitando y haciéndole perder al Sindicato la fuerza suficiente como para sentarse en la mesa de negociación con toda la representación de todos los trabajadores.
Ese es un combate cotidiano que padecen los Sindicatos desde los años 80´, fue acompañado por modificar las legislaciones laborales de casi todos los países, para establecer lo que se llamó la flexibilización laboral, la polifuncionalidad, la modalidad, etc., toda una serie de palabras que el objetivo central era y sigue siendo que el trabajo cueste menos, que el trabajador de alguna manera trabajara un poco más, produjera más, y si es posible ganara lo mismo.

El conflicto central de la relación laboral
Esto nos obliga a incorporar una verdad simple que es, por más que distintos organismos consideren que en el mundo del trabajo, en las relaciones laborales, tiene que imperar la paz y la concordia, que indudablemente todos estamos de acuerdo que debe imperar, tiene como objetivo fundamental establecer que lo que es el núcleo de la relación entre el trabajador dependiente y la empresa se diluya. El núcleo central del pensamiento entre un trabajador y la empresa es que hay un conflicto natural y permanente que todas estas políticas liberales, aparecidas desde los años 70´ en adelante, tenían por objeto diluirlas, diluir el conflicto que existe entre un trabajador cuyo único capital es su fuerza de trabajo, procura cuando trabaja vender su fuerza de trabajo al mejor precio, y al frente de él, todo trabajador, tiene al empleador, que compra su fuerza de trabajo y que procura pagar el menor precio posible. Ese es el conflicto central que nutre de alguna manera la relación del trabajo entre el que vende su fuerza de trabajo y el que se la compra. El que la vende, con toda razón, procura venderla al mejor precio, y el que la compra procura comprarla al precio más bajo.
Como lo que se trataba, a partir de esa crisis de los años 70´, era reducir el valor del precio del trabajo, se estableció todo un conjunto de medidas y de ideas para ir procurando que se pudiera concretar la baja del precio del trabajo, para lo cual había que debilitar la capacidad del trabajador para restarle precio a su esfuerzo. Por más que se lo vista al mono, ese es el verdadero mono, el problema de procurar que el trabajo sea lo más barato posible porque eso indudablemente es lo que va a aumentar los beneficios de la empresa.
Ese proyecto, así esquemáticamente expresado, comienza en los años 70´, se acentúa en los años 80´ y en el comienzo de los 90´ va a derivar, por diversos motivos, pero fundamentalmente por esa creación que se hace en los centros de poder en que los Sindicatos se van debilitando, por un lado por la ofensiva que hace el sector empresario mundial, y por el otro lado por las propias condiciones objetivas que se daban en cada uno de los países.
Esto fue llevando a que los trabajadores empezaran a ver que el Sindicato tenía poco que ofrecerles, porque la mayoría de las conquistas grandes ya se habían obtenido, y la acción de las empresas llevaba a que las conquistas permanentes, que era la de mejores condiciones de trabajo y mejores salarios, se vieran contrarrestadas por la acción, desde la gerencia de recursos humanos, desde los medios masivos de expresión, para establecer que el rol del Sindicato para buscar un mejor salario, mejores condiciones de trabajo, en realidad había dejado de ser útil, y que era mucho más útil que los trabajadores directamente con la gerencia de recursos humanos y con la “política social” de la empresa, permitiera que cada uno anduviera lo mejor posible, las empresas ganando lo más que se pueda y lo que sobraba pudiera volcarse hacia los trabajadores en forma de salario.
La crisis de las organizaciones sindicales y el consenso de Washington
Esa política, dio bastantes resultados. Si nosotros medimos la capacidad de afiliación y de representación que tenían los Sindicatos europeos o los propios Sindicatos norteamericanos en los años 55´ encontramos que, por ejemplo, la tasa de afiliación en países como Francia, la propia Alemania, estaba alrededor del 60 o 70 por ciento de afiliados. Con el correr de los años, llegando a fines de los años 90´, nos encontramos que la tasa de afiliación de países como Francia, que tenía el auge del poderío sindical en los años 50´ o 60´, había bajado del 60 o el 70 por ciento al 9 o al 10 por ciento de la totalidad de la masa de trabajadores afiliados. ¿Qué se había producido?
Una gran ofensiva, pero además, se había procurado tonificar en la cabeza de los trabajadores la idea que el Sindicato era poco lo que tenía para ofrecer. Y entonces el trabajador fue sustituyendo, por efecto de los medios de prensa, de los medios de comunicación y toda una parafernalia de medidas puestas por los sectores más conservadores, el trabajador fue siendo de alguna manera captado, y alejándose de la vida del sindicato y de las conducciones sindicales, y considerándose más que un compañero solidario un cliente del sindicato.
Y entonces, en aquellos sindicatos que tenían todavía la fuerza como para obtener alguna ventaja, el trabajador, como cliente, se acercaba. Pero en aquellos sindicatos que habían resultado víctimas de esta gran ofensiva iniciada en los años 70´ y que tenían poco para ofrecer, los trabajadores se apartaban y se alejaban.
Fueron cayendo en una dialéctica muy riesgosa, los trabajadores se sentían cada vez más ajenos del Sindicato y estos a su vez, debilitados por el alejamiento de los trabajadores, con menores condiciones para luchar por conseguir mejoras y condiciones de trabajo.
Indudablemente esa situación no se ha revertido, hay una crisis sindical mundial. Hay avances en algunas ocasiones cuando se dan situaciones políticas muy particulares en algunos países, pero en general, si uno hace un análisis comparativo entre lo que eran los sindicatos de los años 60´ por ejemplo, y lo que son los sindicatos del año 2008 en Europa o en los EEUU, nos damos cuenta del retroceso en la capacidad de conducir el proceso de cambio y de modificaciones de las condiciones de trabajo y económicas de los trabajadores.
Ese retroceso se ha producido no solamente por las condiciones materiales que existen en cada país, sino más que todo por la pérdida en la capacidad de expresión que los Sindicatos han resultado víctimas por efecto de toda esta gran ofensiva de tipo ideológica y material concretamente.
En nuestro país, no hemos sido ajenos, aunque normalmente los efectos de las políticas del norte llegan un poco más retrasados, pero nuestro país también ha visto debilitado muchas veces el accionar sindical por el efecto de todas esas políticas que sintéticamente, en el caso de América latina y de nuestra Argentina, solemos sintetizar por lo que se llama el Consenso de Washington.
En los años 90´, los sectores más conservadores definieron qué debía pasar en cada uno de los países del resto del mundo con una cantidad de medidas económicas que fundamental y sintéticamente se podrían circunscribir a decir: señores, hay que procurar lo que en Europa se desarrolló en los años 80´ en nuestros países también debe desarrollarse en los años 90´ que es, debilitar la acción sindical, procurar que el trabajo valga lo menos posible, de forma tal de procurar que las empresas puedan manejarse con mayor comodidad, facilidades y aumentar por ende sus ganancias. Y, cuando se produzca ello, lo que sobre podrá volcarse sobre los trabajadores.
La crisis sindical europea y americana, la tenemos en América Latina y en nuestro país también hemos llegado a un debilitamiento general de los Sindicatos, si tomamos en cuenta la capacidad que tenían los Sindicatos argentinos en los años 70 por ejemplo y comparamos la que tienen hoy, nos encontramos que indiscutiblemente hubo un debilitamiento en general de los Sindicatos por efecto de una serie de políticas en el plano económico, en el plano laboral y fundamentalmente también en el sistema de relaciones laborales que se dan en el lugar de trabajo, entre la empresa, el sindicato y los trabajadores.
Hoy, aunque no se diga en forma explícita, en la cabeza de todo empresario, en general, está debilitar lo más que se pueda la organización sindical, debilitar la aproximación entre el sindicato y los trabajadores y por el contrario procurar que los trabajadores estén lo más alejados posibles a la organización sindical siempre partiendo de la base que el Sindicato es un intermediario caro entre el trabajador y el empresario.
Esa idea que el Sindicato es un elemento que encarece la fuerza de trabajo está dicho para ocultar el sentido mismo que tiene la organización sindical, que en la defensa de los intereses de los trabajadores lo que procura es mejorar las condiciones y mejorar los salarios. Donde no hay sindicato o hay un sindicato débil es más fácil que las condiciones del salario y las condiciones del trabajo las firme el empresario en trato directo con los trabajadores, es decir, aquello que se dice normalmente, el zorro dentro del gallinero.
Esa tarea de debilitamiento, de distanciamiento del trabajador respecto de la organización sindical, a nosotros los argentinos nos cuesta reconocerlo, en reuniones donde está el alma de una organización sindical, que es esta, el congreso con los delegados, es la oportunidad de, a veces, hablar descarnadamente.

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