martes, 29 de junio de 2010

Afianzar el sujeto social, 2da parte

Charla a cargo del Dr. Lucio Garzón Meceda pronunciada el 6 de Agosto de 2009 en el 42 Congreso de la Federación Argentina de Trabajadores de la Imprenta, Diarios y Afines- FATIDA- Realizado en Villa Mirador del Lago- Bialet Massé- Sierras de Córdoba.

La relación sindicatos-trabajadores
Nosotros, los sindicatos en general en nuestro país, a pesar de ser uno de los movimientos sindicales que mejor ha resistido la crisis mundial iniciada en los años 70´ a la que aludía, pese a eso, vamos a analizar cuáles fueron las razones por las cuáles los sindicatos se defendieron bastante bien en la Argentina frente al proceso de crisis, pese a ello, hay una situación de crisis en lo que hace a la relación entre las organizaciones sindicales y los trabajadores.
Si uno mira lo que era la vida de un Sindicato en los años 50´, 60´, o hasta los mismos 70´, la existencia de militantes y de cuadros, de trabajadores que voluntariamente trabajaban prácticamente casi todos los días en función de ayudar y desarrollar el sindicato, no sé concretamente en el caso de los gráficos, pero en general, por los sindicatos que yo estoy vinculado cotidianamente, hay un debilitamiento muy grande en la presencia de lo que se llamaba el militante o el activista. Y la proximidad entre las conducciones sindicales y el trabajador de base se hace mucho más compleja por esa ausencia de los cuadros militantes. Y entonces la tarea de los sindicatos ahora es mucho más compleja, porque llegar a los trabajadores individualmente por efecto de las acciones de las empresas, por efecto de las acciones de todo el pensamiento ideológico que se vuelca a través de los medios masivos, se hace cada vez más difícil. Y eso lleva a que, al hacerse mucho más difícil la tarea de juntar fuerzas para sentarse a negociar, se continúe produciendo un proceso de debilitamiento de las organizaciones sindicales.
En nuestro país, en los últimos 4 años, es evidente que las estructuras sindicales se han afianzado y fortalecido. Y subrayo las estructuras sindicales porque indudablemente el crecimiento y el desarrollo que han tenido nuevamente los sindicatos en nuestro país por efecto de las políticas económicas y sociales puestas en marcha, que son fundamentalmente la recuperación de la negociación colectiva de salario y condiciones de trabajo, le ha dado a los sindicatos argentinos la posibilidad nuevamente, de cumplir el rol genuino que tiene todo sindicato desde su fundación porque al estar negociando colectivamente todos los años hay una posibilidad de tener una mayor aproximación con los trabajadores y de parte de los trabajadores recuperar de alguna manera la noción que el sindicato es un instrumento insustituible, si no es ganado por la conciencia del empresario a través de la política de los recursos humanos.
Es decir, en estos 4 o 5 años, la posibilidad que discutan libremente dentro de todas las condiciones objetivas bastante difíciles, ha permitido una cierta recuperación sindical. Pero de todas maneras, a nadie se le puede ocultar que, si bien las organizaciones sindicales puedan estar hoy en mejores condiciones que hace cuatro años, los problemas sociales que afectan a los trabajadores con empleo en blanco o a los trabajadores en negro, a los excluidos o a los sin trabajo, no se han resuelto, lamentablemente, y entonces, la falta de esa resolución a los problemas de los excluidos, a los problemas de las altísimas tasas que aún mantenemos de trabajo clandestino, en negro, irregular, etc., como se lo quiera llamar. A las altísimas tasas, intolerables, porque nosotros estamos en nuestro país en estos momentos con tasas de exclusión o de miseria y de pobreza de un 15 por ciento o de un 40 por ciento de trabajo clandestino o en negro, es decir, estamos, a pesar que los trabajadores jornales, los trabajadores en blanco, los trabajadores regularizados estén bastante mejor hoy que hace 4 años, no ha hecho desaparecer el problema social central, el de los que menos tienen, no están bien en nuestro país. Por el contrario, los que menos tienen han agudizado el corte entre una sociedad, en la que algunos viven más o menos y hay otros que definitivamente están excluidos de los goces mínimos y esenciales de lo que se debe exigir en el siglo XXI a un habitante de un país medianamente desarrollado.

El papel de los sindicatos
Esa problemática, nos introduce al rol de los sindicatos, al papel de los sindicatos en la sociedad actual, en la que nosotros vivimos y lo que pasa en el mundo. Los sindicatos, como ustedes saben, nacen basados en una regla mínima, que es la regla más debilitada en los últimos 20 años también en nuestro país, que es la regla de la solidaridad. Aunque nosotros no lo queramos aceptar, el principio de la solidaridad ha sido sustituido dentro del campo social, dentro del campo del trabajo, por la idea esa que les decía de cliente.
El trabajador, cada vez se acerca al sindicato en tanto que puede del sindicato recibir algo, no se acerca al sindicato por el principio genuino de solidaridad, de la clase trabajadora en función de un cambio sino que se acerca generalmente en la búsqueda de un servicio y de alguna ventaja.
Es la desnaturalización en sí misma del principio básico de las organizaciones sindicales, que es no que el trabajador se acerque solamente para recibir, sino que el trabajador se acerque para juntar las fuerzas individuales transformadas en un poderío social y modificar no solamente la condición en su lugar de trabajo, sino de alguna manera ser un instrumento para modificar las condiciones generales de la sociedad.
Cuando los Sindicatos se constituyen, una de las razones de antes, del durante y de ahora es, no solamente procurar obtener un salario o una condición de trabajo, sino ser un instrumento de cambio de las injusticias y de las desigualdades que imperan no solamente en el lugar de trabajo sino en el conjunto de la sociedad. Y cuando nosotros vivimos en una sociedad en la que hay 15 por ciento de la población en estado de pobreza o de miseria, un 40 por ciento de los trabajadores en negro sin que se les respete las condiciones básicas, los que tenemos trabajo en blanco, no podemos suponer que estamos preservados en esa condición de alguna manera privilegiada, sino que, mientras no desaparezcan esas condiciones de miseria, de pobreza, de exclusión o de trabajo en negro, somos víctimas permanentes de esa situación, porque esa situación debilita el accionar colectivo de los trabajadores, debilita el accionar de los sindicatos y la presencia de pobres, miserables, excluidos o trabajadores en negro determina que los salarios de los en blanco sea menor del que podría pagarse, porque se pierde la fuerza solidaria del sujeto social que son los trabajadores organizados.

Recuperar la solidaridad
Entonces, uno de los primeros temas que es necesario plantear, que se hace difícil plantear, es recuperar en la inteligencia de todos los trabajadores, de nuestros compañeros, el principio de la solidaridad. Y esto que parecía una oración religiosa, hay que darle un poco el carácter casi de la religiosidad laica de un sindicato, debemos hacer carne que tenemos que recuperar en la cabeza de los trabajadores la idea de la solidaridad, porque sino estamos creando una especie de quinta columna o de un sabotaje en el movimiento de los propios trabajadores.
Porque en tanto se desarrolle la idea de solidaridad se supera el aspecto individual de un trabajador para ser cubierto por el aspecto social del conjunto de los trabajadores. Mientras que, desde el punto de vista del empresario, lo fundamental que desea es acentuar la individualidad del trabajador y que se debilite el carácter social y solidario.
Por eso, poner el énfasis en el desarrollo de la solidaridad, en la conciencia de cada trabajador, es una de las condiciones elementales y más importantes para el quehacer de la vida sindical, para el fortalecimiento del Sindicato y por ende para el mejoramiento de las condiciones materiales de todos los trabajadores.
Y no es fácil, no es fácil porque estamos mucho más ganados, todas las organizaciones sindicales, en la idea que los trabajadores están, se sienten bastante alejados del quehacer solidario de las organizaciones sindicales. Y los sindicatos, a su vez, por razones de las exigencias de la vida cotidiana, los lleva a que de alguna manera también, para mantener a los trabajadores, se acerquen, acentuando la condición de cliente, y eso lamentablemente, es un circuito que es difícil salir pero del que hay que plantearse salir, porque si bien es bueno darle beneficios, etc., por supuesto a los trabajadores para que vengan y se mantengan en el Sindicato, el Sindicato no es simplemente una máquina de dar servicios, sino que en realidad es una máquina de acentuar la solidaridad para el mejoramiento del conjunto de los trabajadores y por ende un instrumento de mejorar las condiciones de los que, o tienen un mal trabajo, o porque trabajan en negro, o están desempleados, o están en la miseria.

El sindicato como instrumento del cambio social
Es decir, el Sindicato no puede quedarse en el rol de un prestador de servicios sino que tiene que procurar recuperar el rol que tenían los sindicatos cuando fueron constituidos, el de ser un instrumento para resolver los problemas individuales de los trabajadores de la actividad pero también un instrumento de un cambio social de la sociedad en su conjunto.
Y eso nos lleva al tema político. Cuando digo político no hablo de partido, hablo del pensamiento que trasciende al hecho individual o social del lugar de trabajo para ir al conjunto del país.
Los Sindicatos tienen que recuperar su condición, no solamente de resolver los problemas individuales de los compañeros trabajadores afiliados, sino que tienen que recuperar el poder ser un contrapoder político y social. ¿Qué significa esto?
Si cada Sindicato se ciñe a resolver los problemas individuales de sus trabajadores afiliados, salarios, condiciones de trabajo y se olvida del conjunto, pierde el valor más importante que es el valor político global, el de ser un instrumento de cambio de la sociedad, no solamente del lugar de trabajo.
Y eso es lo que se llama el rol de los sindicatos como contrapoder político y social.
Vale decir, no ser simplemente un sindicalismo que presta servicios sino ser un sindicalismo que formula propuestas sociales para resolver determinados temas del conjunto de la sociedad. Nosotros en general, nuestro país, hemos perdido bastante las ideas del sindicalismo como un poder social, pero en realidad las hemos perdido bastante menos que en otros países más desarrollados. Y por qué?, no porque seamos mejores nosotros los argentinos, ni porque sean más tontos los otros. Acá hemos podido mantener con una relativa capacidad de resistencia las estructuras sindicales porque Argentina tiene un modelo sindical muy atacado por la prensa, muy atacado por todos los medios de información, pero que es necesario hacer conciencia que es uno de los mejores modelos de organización sindical que se pueda pensar en el mundo entero, incluyendo a los países más desarrollados del mundo. ¿Qué es lo particular que tenemos nosotros?
Nosotros tenemos dos principios básicos que se crearon entre el año 1945 y 1955. Esos principios básicos que hacen a la estructura sindical, es lo que normalmente se llama modelo sindical, se fundamentaba en un solo sindicato por actividad, la existencia de delegados sindicales en los lugares de trabajo que cumplan el doble rol de ser representantes, y esto es importante hacerlo claro, a veces se pierde; los delegados, que eligen los trabajadores sean o no afiliados, tienen el doble rol, en muy pocos países, contados con la mano, de ser representantes de los trabajadores ante el empresario, representantes de los trabajadores ante el sindicato, pero a su vez, representantes del sindicato ante los trabajadores y representantes del sindicato ante la empresa.

El delegado y su rol, define el modelo sindical
Esto que parece natural, no es tan natural en la enorme mayoría de los países del mundo. En la mayoría, los delegados de personal son delegados de personal frente al patrón y punto. Pero no cumplen el doble rol. En general, en el mundo los delegados son representantes de los trabajadores frente al patrón. Y entonces esa condición de los delegados en el resto del mundo debilita la acción del Sindicato, porque se le hace sumamente difícil tener la presencia en el lugar de trabajo, tener su presencia frente al patrón.
Entonces, un principio es el de un solo Sindicato por actividad y esa doble condición, esa doble vía que tienen los delegados, que son el núcleo esencial de los sindicatos, sindicatos sin delegados es una caja vacía, puede estar muy linda por fuera, etc., pero por dentro le falta lo esencial, porque la correa de trasmisión del pensamiento, de las ideas y de las necesidades de cambio que el sindicato formula, la única manera de hacerla circular es a través de los delegados.
El pensamiento del sindicato se nutre por el aporte que hacen los delegados trayéndole el mensaje de los trabajadores y a su vez el mensaje del sindicato, por medio de los delegados, a los trabajadores y a la empresa. Eso es un elemento fundamental del mantenimiento de la vida sindical y del mantenimiento de los principios básicos.
Tenemos, un solo gremio por actividad, un sistema de delegados muy particular, y algo que los sindicatos argentinos, desde siempre diría, tuvieron, que es el de procurar cubrir con su accionar no solamente el tema de salarios, condiciones de trabajo, sino además acercarse a la vida cotidiana de los trabajadores por la vía de prestación de servicios.
En general en el mundo, el pensamiento de los países europeos era que los sindicatos no debían ocuparse de realizar servicios que no sean exclusivamente la discusión de salarios, convenios colectivos, condiciones de trabajo, etc. Argentina siempre tuvo esa característica de, mantener el núcleo central de la razón de ser del sindicato, pero a su vez intervenir y acercarse a la vida cotidiana del trabajador, no solamente en el lugar del trabajo, sino en el lugar de residencia y en la vida global a través de servicios.
Y si los que tienen más edad se acuerdan de los sindicatos de los años 60´, 70´ en nuestro país, un trabajador en esa época desde que abría los ojos a la mañana, la presencia sindical se desarrollaba no solamente en el lugar de trabajo sino en toda su vida cotidiana. Porque estaban presentes en el campo de la cultura, estaban presentes en atender o resolver de alguna manera los problemas de la educación, en resolver los problemas de la salud, los problemas de la vivienda y los problemas culturales.
Los sindicatos, y eso permitió que fueran tan fuertes, podían resolver casi todos, o eran actores en la resolución de casi todos los problemas que se le presentaba a un trabajador.
Si hoy analizamos los servicios públicos que según la Constitución Nacional establece que todo ciudadano en condición de ciudadano debería gozar, nos centramos en los 7 u 8 servicios públicos esenciales, educación, salud, vivienda, transporte, servicios domiciliarios, seguridad, seguridad pública, comunicaciones. Esos servicios, si hoy los trabajadores pudieran gozar en la plenitud en la que se deberían gozar, nos harían por ese sólo hecho saltar en la capacidad y en el mejoramiento de nuestras condiciones cotidianas, mayores que los mayores salarios que podríamos obtener en la negociación colectiva. ¿Cuál es mi objetivo?
Trascender el ámbito del convenio y el salario. En esta idea, si nosotros centramos solamente la acción del sindicato en resolver el tema del convenio colectivo y del salario y olvidamos todo ese arco que implican los 7 u 8 servicios esenciales que necesita el trabajador, nos vamos a quedar siempre con un retraso, y por eso es necesario trascender de eso del trabajo y del convenio a plantearse la reivindicaciones llamadas políticas porque hacen al conjunto, por ejemplo, si hablamos de modificar las condiciones de los trabajadores en la argentina de hoy, una de las formas simple de planteárselo es que los servicios, 7 u 8 servicios esenciales que la CN dice que deben ser gozados por todos los trabajadores, ese cambio político institucional implicaría un cambio sustancial en la vida de los trabajadores, de los que tienen trabajo y de los que no tienen trabajo, porque le estaríamos resolviendo los problemas centrales que son comunes a todo ser humano que vive en una sociedad mínimamente desarrollada.
Eso que es simple porque en los servicios públicos, normalmente, a raíz de toda la ofensiva ideológica producida en los años 70´ en el mundo y en nuestro país unos años después, ha repercutido, hemos perdido de vista la condición no solamente de un trabajador que se preocupa por sus problemas en su lugar de trabajo, sino de un trabajador que se preocupa a través de la organización natural que es el sindicato, en cambiar las otras condiciones, no solamente las del lugar de trabajo, sino las condiciones globales de la sociedad en la que vive.

País injusto
Por supuesto que este segundo planteo, esta segunda función del sindicalismo de constituirse en un instrumento de cambio social para que todos podamos gozar de lo mínimo y esencial, es lo que hace que se diferencie si es un país medianamente justo o es un país medianamente injusto. Nosotros, por la falta de goce y beneficio de todos los servicios públicos que merece un ciudadano, estamos, aunque no nos parezca, dentro de la categoría de los países injustos. Este es, lamentablemente, uno de los países en los que hay una relación de injusticia muy alta, muy alta porque hay una enorme parte de compatriotas nuestros que no gozan de ninguno prácticamente de esos servicios, porque no tienen salud, porque no tienen una educación adecuada, porque no tienen vivienda, porque no tienen transporte, porque no tienen servicios esenciales mínimos en su vivienda o en su barrio o hábitat, y porque no tienen un adecuado sistema de seguridad social.
Nosotros somos un país, aunque algunos estén bien, una gran parte está muy mal y eso lo coloca en una de las condiciones de países con una gran injusticia, aunque uno no lo quiera ver, pero es así. Frente a este modelo, nosotros tenemos y se puede marcar, hay países en el norte, sobre todo los llamados países nórdicos, Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia, donde todos los ciudadanos gozan de esos 7 u 8 servicios esenciales a los que aludía. Hay un plafón igualitario mínimo de una altísima calidad, y es lo que hace que esos países sean considerados como los países de mejor calidad de vida, porque todos los ciudadanos, no solamente los que trabajan bien o tienen un buen salario tienen el goce de algunos servicios y condiciones, sino que todos por igual tienen un mínimo.
Nosotros, lamentablemente, tenemos una sociedad segmentada, dividida, en la que hay una enorme cantidad de trabajadores en blanco, en negro, en gris, con estudios y sin estudios, una enorme proporción que no gozan de los mismos servicios que un ciudadano de un país democrático y socialmente avanzado debería contar.




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