domingo, 20 de junio de 2010

Oda a la Diosa del sueño casi imposible

Mundial . . . Mundial, ¡Qué grande sos!

Para el Mundo entero que lo mira por TV, y a pesar de las vuvuzelas . . .

Y aunque parezca una metáfora, ella es la Diosa que mora en el Olimpo donde van a morir o a vivir casi todas las ilusiones de sus devotos adoradores, fieles practicantes de ese rito cuasi pagano que es el fútbol, y donde salvo unos poquísimos privilegiados que orbitan en el sistema solar de los astros de primera grandeza y en su exclusiva condición de ídolos, alcanzan esa morada celestial -con excepción de algunos como Sensini, que con una ineptitud rayana al hazmerreír, y sólo por obra de algún misterio insondable, entraba a la cancha vestido de jugador- ya que la gran mayoría queda a mitad de ese camino que conduce a la gloria de los elegidos por esa esquiva e inmanejable Diosa del Fútbol . . .

Ella con su musa inspiradora y orlada de un aura mágica, posibilita o no, -de acuerdo al don que cada uno trae incorporado al nacer- el triunfo, la fama, el estrellato, o el fracaso . .
Según quién y cómo la traten, siente que la acarician o la lastiman. Goza o sufre, en ese orden.
Y ella se da cuenta . . . ¡vaya si no! por eso surca la cálida brisa del cielo que la arrulla al pasar, como una sílfides alada, o rueda molesta, contrariada, indócil, por el maltrato de los “troncos” que nunca faltan, y que con un grosero “trancazo” la “mandan” fuera de la cancha sin ningún pudor. Por el contrario, se siente una ninfa de cristal cuando el talentoso la acuna en el empeine, la mima, la esconde, la protege en la tibieza del botín hecho caricia . . . y allí, acurrucadita es como que más se hincha de tan juguetona, y se siente más agrandada, más linda, más perfecta . . .
Pero nunca deja de ser, “la pelota”, “el balón”, “el esférico”, la “redonda”, o también “la bocha”, en el antiestético decir de algún comicastro relator, que se cree trasgresor y apenas llega a ser soez. ¡Pensar que Fioravanti leía a los Clásicos del idioma para relatar fútbol! . .
Aunque hay estudiosos que opinan que en realidad la pelota no existe . . . que es sólo un invento de los “pataduras” para poder pegarle deportivamente a los rivales . . .
No obstante, nosotros sabemos que no es así, y que el juego la inspira, la embellece, la poetiza, y más de una vez es como que se aletarga en el pecho de aquel que la “baja” como con la mano de puro exquisito nomás, luego la deja caer como adormecida y, de sobre pique, le “pega” como con un guante aterciopelado, en un perfecto cambio de frente que es un poema.
Y desde allí, de puro obediente que es, avanza en una diagonal endemoniada, como poseída, desairando rivales, o se eleva ingrávida, con una “rosca” que la trepa al cielo como besando imaginarias nubes, opacando soles, seduciendo lunas . . .
Ora . . . rueda pachorrienta, cansina, perezosa. Ora . . . ya veloz, rauda, centelleante. Disfruta tanto un chanfle con cara interna, como el efecto que le dan los tres dedos. Jamás explota por el rebote feroz en el travesaño o en el poste, y disfruta sí, como loca, ante el lujo de un una doble pared, un “taco”, un “sombrerito”, una “rabona”, o un “caño” en el área chica. Y ni hablar cuando el “artillero” -al decir de antes- rompe la barrera del sonido rasurando el tapiz del verde césped, o por lo alto la convierte en un misil buscando el blanco contrario. Un par de cabezazos a veces, y por fin un frentazo la mete allá arriba, bien lejos de las manos ávidas y desesperadas del arquero, que pobre, queda revolcado y echo un ovillo, como bebiéndose las lágrimas de la frustración, ahogadas por la explosión de la tribuna. . .
Y ella, veleidosa de tanto festejo enloquecedor, se siente una Máxima de Holanda, ante semejante demostración. Se arrumaca entre los enredados piolines, mientras se disputan su posesión, y recibe amorosamente los besos de esos labios sedientos que la pasión del momento enfervoriza, para luego ofrendarla al cielo como un tributo sagrado y profano a la vez.
¿De dónde viene su magia? . . ¿Importa acaso?
Hoy nadie duda que es más nuestra que nunca. ¿Le interesa a alguien de dónde, cuando y cómo vino? . .
Es la princesa del barrio, la reina de las veredas anchas, soberana de los suburbios con baldíos de gramilla arrasada por tanta gambeta que dibujan zapatillas maltrechas. Heredera de aquella inolvidable y primigenia pelota de trapo de los recreos en patios embaldosados, o de potreros con interminables picados hasta que las sombras de la noche con sus colgajos de renegridos tules, difuminaban la mortecina lámpara del alumbrado público de la esquina, y al que al segundo o tercer imperioso “¡a comer!”, recién le ponía pitada final.
¿Por qué, aún en esta era tecnológica atosigada de Cibers, chats, blogs, Messenger, Facebook, Twiters y toda esa parafernalia virtual que todo lo arrumba en el pasado, siguen soñando con ella los pibes, los bohemios, los infaltables y sabihondos DT de bares, los trasnochados de sueños de primera frustrados, los aspirantes a periodistas deportivos, los sociólogos y los poetas?
¿Qué de bonito le ven a eso de correr 22 personas tras una pelota?, decía Borges.
¿Quién pudiera saberlo? . . ¡lo cierto es que el fútbol tiene razones que la razón no entiende!
Misterio hecho esfera, perfecta imagen del infinito, como acuñó alguien . . . Mágica y redonda luna llena, llena de sueños, metáfora de la vida, digo yo . . .
Como también se me hace que en ciertas noches domingueras, después de algún “clásico”-de esos inolvidables de “hacha y tiza”- mientras el músculo duerme y la ambición descansa, con adormiladas tribunas, solitarios arcos y las descascaradas tapias de la vieja cancha como mudos espectadores, desde la soledad de húmedos y vetustos vestuarios, emergiendo de un desvencijado armario, ella cobra vida y se mimetiza en las almas de tantos “cracks” que por allí pasaron, y cual émula de Julio Bocca, salta, gira, juega y baila sobre “su escenario” como en un futbolero “pas de deux”, en una danza tal vez incomprensible para muchos, pero que para los amantes del fútbol, es la representación incomparable . . ¡del deporte más hermoso del mundo! . .

DelsioEvarGamboa
Laborde. Cba. Arg.

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