jueves, 7 de octubre de 2010

Difundimos: ARGENTINA INVITADA DE HONOR A FRANKFURT


Por primera vez una persona ajena a la organizacíón golpeó el martillo blanco inaugural para dar apertura al mega encuentro que reúne a escritores, traductores, editores, libreros y otros protagonistas del medio editorial.
 
Subió lentamente al estrado. Con ese paso que caracteriza a aquellos que durante mucho tiempo estuvieron cansados de vivir. Se abrazó a la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, y entre lágrimas expresó: “Vivimos un nuevo renacer. Tengo que agradecer a esta mujer y a este hombre que surgieron del dolor, porque yo, que creí estar muerta durante años, vuelvo a tener esperanzas.” En la platea de la sala Harmonie del Congress Centre Messe Frankfurt, se produjo un silencio profundo, espeso, hondo, hasta que la gente se puso de pie y estalló en un aplauso fervoroso. Fue el momento de mayor emotividad de la apertura oficial de la Feria del Libro más importante del mundo. Y allí estaba ella, Elsa de Oesterheld, abrazada a la presidenta, llorando emocionada. Ella, que durante muchos años fue olvidada, estaba en el evento cultural más importante del año después de los festejos del Bicentenario de Mayo. La Argentina es la invitada de honor de la feria y ella, la viuda del autor de El Eternauta, Héctor Oesterheld -quien desapareció junto con sus cuatro hijas durante la última dictadura militar–, acompañada por su nieto Fernando y el ilustrador Francisco Solano López, recibió, en vivo, para todo el mundo, el reconocimiento de escritores, editores y periodistas. La presidenta la miró y afirmó: “En ella homenajeamos a todos los escritores comprometidos de nuestro país.” Y fue un bello acto de justicia y reparación histórica. De esa manera quedó abierta la Feria del Libro que mueve alrededor de 9 mil millones de euros por año y que reúne a miles de editores y autores para hacer negocios millonarios y, además, producir el intercambio cultural más importante del planeta. Quien inició la ceremonia fue el presidente de la Asociación Alemana de Editores y Libreros, Gottfried Honnefelder, que habló del futuro del libro como soporte y, si bien remarcó su importancia y el respeto a la propiedad intelectual, se mostró optimista respecto de la supervivencia del “objeto libro” contradiciendo las teorías apocalípticas de Umberto Eco, entre otros pensadores. En ese mismo sentido, se pronunció, Juergen Boos, director de la Feria.
Petra Roth, la Alcadesa Mayor de la ciudad, se mostró sorprendida porque en la Argentina “el mercado editorial se mostrara mejor que la carne”. Luego llegó el turno de 
Volker Bouffier, ministro presidente del Estado Federado de Hesse, la escritora argentina Griselda Gambaro y Guido Wertewelle, ministro de Asuntos Exteriores de la República Federal de Alemania, quien fue en reemplazo de la canciller Angela Merkel. Este último felicitó a la Argentina por los números macroeconómicos que presenta a pesar de la crisis financiera internacional y celebró “la fiesta de la libertad” que significa la feria. Gambaro, en su discurso, habló del “sano distanciamiento en la preservación del espíritu crítico, de la disidencia como estado de alerta, si bien es preciso no confundirla con la estéril rutina del antagonismo sistemático”. Tras reconocer que “es lícito creer que (los escritores) seremos vencidos” por el poder del mundo, concluyó: “porque la literatura imagina, porque los hombres y mujeres son capaces de imaginar, también los políticos podrían imaginar audazmente. Atreverse, como aquellos grandes escritores que inventaron la realidad del poema o la novela, a imaginar otra realidad posible que no sea ésta, la de los incesantes conflictos. Si bien algunos gobernantes, sobre todo en América Latina, trabajan con propuestas más equitativas, no basta imaginar con límites sin forzar las circunstancias.”
Por último, la presidenta tomó la palabra expresó: “Como lectora incansable jamás había soñado con estar presidiendo la Feria de Frankfurt y como jefa de Estado, con una importante industria del libro, la segunda después de España en el mundo hispano, tampoco, por lo tanto las utopías pueden realizarse.” Una interesante operación cultural por parte de la presidenta fue tomar el lema “pan y trabajo” del cuadro de la Cárcova como un clivaje de análisis para la historia argentina. Recordó que ese era el título del cuadro que demostraba la injusticia social del Primer Centenario, los reclamos de la agrupación FORJA y de la obra Manifestación, de Antonio Berni. “Mostramos una Argentina vibrante, en movimiento, que nunca se resignó ni aún en los peores momentos (…) Por eso me resisto a la idea de la derrota permanente –dijo dirigiéndose a Gambaro. No me resigno a poder mejorar la condición humana.Otro pasaje clave del discurso de la presidenta fue la definición de que “la literatura argentina nunca fue neutral ni aséptica, aún cuando no esté de acuerdo con muchos de esos escritores, ellos pintaron la historia que vieron con sus ojos. Yo nunca fui neutral, la neutralidad la dejo para lo suizos –el auditorio estalló en risas–. Nosotros siempre hemos sido comprometidos”. Y concluyó con la frase: “El mundo siempre se mira desde algún lado.” Por último, la presidenta Cristina levantó un martillo blanco y Honnefelder se le acercó y le explicó que siempre inaugura con un golpe sobre el atril el presidente de los editores y libreros, pero que quería pedirle que fuera ella la que lo hiciera esta vez. Así, Fernández de Kirchner se llevó puesta una tradición ancestral y se convirtió en la primera persona ajena a los organizadores –además, presidenta y mujer– en abrir la feria del libro más importante del mundo. 

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